12

1K 57 16
                                    


Carla estaba sentada en la cama cuando llegué, esperándome ansiosa y cerré la puerta detrás de mí. 

— ¿Qué pasa?— pregunté entre confusa y sorprendida al ver su desespero.

Su expresión cambió de un momento para otro, tornándose en una de cautela.

— Tengo que decirte algo.— empezó, retorciéndose los dedos.— Estos próximos días no hay clase ni trabajo, es por una celebración parisina. — aclaró.— No sabía que hacer para pasarlo bien y celebrar tu primer fin de semana aquí, no quise ir a una fiesta por lo que pasó en la anterior así que he estado considerando opciones más tranquilas y... Recordé que tengo una casa con piscina cerca del río Sena, es preciosa y está desocupada. Pensé que tal vez querías venir.— dijo al fin, mirándome expectante mientras trataba de descifrar lo que se me pasaba por la cabeza.

La felicidad comenzó a inundar mi pecho, abordándome y sacándome una sonrisa.

— ¿¡De verdad!?— cuestioné emocionada y dando saltitos de alegría.
Ella disimuló una sonrisa de incomodidad al mismo tiempo que asentía y dejé de saltar, mi sonrisa borrándose lentamente de mis labios.
— ¿Carla...? — pregunté en un tono de advertencia, como si supiese que iba a decir algo malo que lo arruinaría.

— Puede que no te haya dicho todo.— respondió.

Fruncí el ceño ante su confesión y me cruce de brazos.

— ¿Qué es eso que no me has dicho?— inquirí temiendo su respuesta.

— Verás, sé que no te llevas bien con él, — farfulló nerviosa. — pero es amigo mío y de Gerard... Yo...—

— No me digas que va a venir Nate.— pedí en una súplica que de nada sirvió.

— ¡No he podido evitarlo! Él ya lo sabía desde hace tiempo y no puedo cancelarle ahora.— se excusó.

— ¿Cómo que él ya lo sabía desde hace tiempo?— pregunté escéptica y Carla se limitó a aclararse la garganta. — ¿Me estás diciendo que todos vosotros ya sabíais que vamos a ir a tu casa y no me habéis dicho nada hasta ahora?—

— ¡Si te lo decíamos antes te ibas a negar!— exclamó justificándose. — Lo siento...— murmuró mirando el suelo y me sentí mal instantáneamente.

— No pasa nada, — dije acercándome a ella un paso y poniendo un tono más tranquilo.— no te preocupes. Estoy agradecida de que me hayas invitado y no voy a rechazarte. ¡¿Cómo voy a hacerlo?! ¡Tienes una casa con piscina! A eso no me niego ni loca.— dije medio en broma, medio en verdad. 

— ¡Eh! Que yo soy mucho más que una casa con piscina...— se defendió riendo y estallé en carcajadas.

— Iré, vaya Nate o no. Pero la próxima vez avísame con más tiempo.— exigí mirándola recelosa y ella sonrió.

— Está bieeennn.— respondió y le sonreí.

— ¿Qué hora es? Tengo que preparar la mochila.— pregunté al caer en cuenta de ese pequeño detalle.

— Son las... Once de la noche.— contestó encogiéndose como si se preparase para una regañina.

— ¡¿LAS ONCE?!— me exasperé.— Ay por todos los dioses, tengo muchas cosas que preparar para mañana...— empecé a dar vueltas por toda la habitación, desesperándome y buscando cosas para llevarme a su casa mientras escuchaba la risa de Carla de fondo.

••••••••••••••

— ¿Preparada?— cuestionó Carla, revisando la habitación para asegurarnos de que no nos dejábamos nada.

EnigmáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora