Epílogo

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—¿Qué se le ofrece, mi Señora? —La voz de uno de los demonios de Nioma, que se encontraba junto a su cama, inundó la habitación mientras la joven diosa entraba en ella y apenas le dirigía una mirada glacial. El monstruo hizo una profunda reverencia mientras la contraria pasaba a su lado con parsimonia y llegaba hasta el enorme ventanal de su cuarto.

Apoyó los codos en él mientras sonreía.

—Nada en especial, Azzezar —respondió. El demonio se acercó con cuidado y precaución a ella, manteniendo las distancias.

—Se le ve muy alegre, mi Señora —mencionó—. ¿Puedo saber a qué se debe? Es un motivo de celebración.

Nioma se irguió, poniéndose recta otra vez y volteándose para mirar a su siervo, este con su mirada puesta en ella. La diosa de la noche solo ensanchó su sonrisa oscura mientras su cuervo negro graznaba en el exterior, un grito triunfal.

—Claro que lo es —coincidió—. La medianoche ha regresado. 


Rogando a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora