Capítulo 4

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Bangchan se acomodo en su asiento, había metido su mochila en la parte superior de sus asientos y ahora estaba viendo que hacer con su ordenador.

Felix observo como la lucha que empezó hace como cinco minutos no llegaba a su fin, le arrebató a su amigo la funda con su ordenador, Bangchan le miró extrañado, como si aquella lucha interna no había existido.

—Déjalo debajo de tu asiento, seguramente lo uses luego.

Bangchan miró su ordenador, pensando lo que su amigo acababa de decir.

—Tienes razón.

Dijo y empezó a acomodarse, Felix agachó su cabeza derrotado, tanto le costó caer en cuenta.

Se sentó al lado de Bangchan acomodándose también, escucharon una voz en la línea que indicaba que el vuelo no tardaría mucho en despegar.

—Bienvenidos al vuelo 57-91 dirección Seúl, Corea del Sur, les recordamos que contamos con más de 20 sistemas de alarmas si algo sale mal, dispondrán de comida y agua, junto con servicios para las personas que lo necesiten, abrochen sus cinturones y apaguen sus teléfonos, estamos apunto de despegar, gracias.

Bangchan golpeó emocionado la pierna de Felix, el cual le miró tranquilo.

—No hay vuelta atrás amigo, estamos apunto de emprender un nuevo camino.

Felix asintió, había perdido la cuenta de cuántas veces le había dicho eso, miró por la ventana del avión, aquella era la última vez que vería la ciudad de Sydney, al menos en persona.

Felix había dormido la mayoría del vuelo y Bangchan no se había despegado de su ordenar, había estado durmiendo tanto tiempo que su cabeza ya dolía, miró como Bangchan estaba absorto en una serie que estaba viendo, se levantó dirigiéndose al baño, Bangchan pauso la serie dirigiendo su atención a Felix.

—¿Donde vas?

—Al baño, ahora vuelvo.

Bangchan asintió.

—Ve con cuidado.

Felix se giro dirigiéndose hacia el baño, parecía ocupado así que permaneció en la puerta, luego de lo que pareció una eternidad la puerta se abrió, el chico de dentro ni siquiera le vio golpeando accidentalmente su hombro.

—Perdona no te vi.

Su acento no era australiano, su pelo era color castaño y llevaba en su cuello un antifaz de lo que parecía un perrito.

Felix entró al baño luego de ese raro encuentro.

—¿Queda mucho?

Pregunto Bangchan dejando su cabeza caer en el respaldo de su asiento, Felix observo la pantalla, pues si todavía les quedaba para llegar.

—Bueno, 6 horas.

Bangchan levantó su cabeza rápidamente.

—¡¿Qué?!

Felix rio.

Todo por una maldita apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora