Capítulo 6

59 8 0
                                    

—Toma muchacho, las llaves del apartamento.

Felix acababa de llegar al lugar que tendría que empezar a llamar hogar, aunque no pudiera ya que su hogar estaba con la gente que amaba.

Para ser barato no era feo, el salón era pequeño pero acogedor, en un lado del salón había una pequeña cocina, junto una pequeña nevera, el pasillo hacia el baño tenía algunos cuadros, los cuales eran muy bonitos ya que parecían flores dibujadas a mano, el baño era pequeño también pero tenía el tamaño perfecto.

La habitación era algo más grande que el salón, tenía una cama de matrimonio, junto a esta un escritorio y una pequeña ventana, también había una estantería con algunos libros.

De vuelta al salón, había una ventana con unas buenas vistas de la ciudad, una televisión y un sofá, la verdad que había encontrado un buen lugar para su estancia.

—Muchas gracias.

Felix hizo una pequeña reverencia aceptando las llaves del apartamento, aquella mujer parecía estar contenta de alquilarle la casa a un estudiante.

Felix le echo un último vistazo al apartamento, fijándose nuevamente en los cuadros.

—Disculpe, estos cuadros, ¿donde los compro?

La mujer sonrió moviendo sus manos, se acercó a Felix con brillo en sus ojos.

—No los compre.

Felix le miró con curiosidad, la mujer miraba orgullosa los cuadros, los toques de colores en las flores, la pintura parecía haber sido usada delicadamente.

—Son pintados por mi hijo.

Felix abrió sus ojos sorprendido, no podía creer que una persona dibujara así de bien y menos el hijo de la persona que le estaba rentando el apartamento.

—Déjeme felicitarla, son unos cuadros hermosos, deberas.

La mujer sonrió negando con sus manos nuevamente.

—Por favor.

Felix los miró nuevamente sonriente, le parecía unos cuadros realmente bellos.

—Su hijo es muy talentoso, lo digo enserio, me parecen hermosos.

La mujer le sonrió a Felix una vez más.

—Cuando te sientas triste puedes venir a verlos.

Felix le miró con una pequeña sonrisa, se notaba que hablaba enserio.

—Cuando siento que me encuentro mal o triste vengo a observarlos, ver la belleza de estos cuadros me relaja de alguna manera.

—Lo haré, si me siento triste, vendré a observarlos.

La mujer asintió una última vez.

—Te dejaré acomodarte en tu nuevo hogar.

—Bien.

Así fue como Felix se quedó solo en lo que a partir de ahora sería su casa.

Todo por una maldita apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora