Capítulo 4

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Arleth

__ Arleth, tú solo camina. Recuerda que el dolor es mental, nadie lo nota y si alguien pregunta, te caíste sobre una roca que te atravesó el...

Me callo al ver a un par de monjas de frente en el camino que recorro. Me sonríen dulcemente, devuelvo el gesto y sigo mi andar.

__ ¿Ves? La única paranoica eres tú. - mi reflejo en las ventanas de las tiendas me hacen notar el semblante que tengo. - ¡Ay por Dios! Parezco una vagabunda, que fue atacada por un parvada de águilas, le estropearon...¡Ay ya solo deja de verte! Recupera tu dignidad.

Levanto el mentón. Miro al frente, pero no tardó dos pasos sin apretar los dientes ya que siento como si me metí un cilindro de diez centímetros de grosor en la...

__ ¡Buenos días! - me saluda el botones que no dice nada de mi aspecto, pero sé cómo me veo y por ello prácticamente corro dentro del hotel, antes que me confundan con una loca, recién escapada de un sanatorio.

No es buen día para mí.

Pero pasaste una buena noche. Me recuerda mi mente asquerosamente perversa.

Si hubiera sabido que estaría con un dolor como este en este momento, en ese instante...

Hubieras continuado.

Admito que sí lo hubiera hecho, pero tendría una silla de ruedas esperándome en la mañana para no caminar tanto.

Entro a mi habitación con la llave que traía, me lanzo a la cama, pero no duro tanto al recibir el mensaje de Tim, quien me pregunta si ya estoy en el hotel, porque ya debo estar lista para la sesión fotográfica que tenía programada.

Te odio Arleth de anoche. Pudiste haber conseguido un pene más pequeño. Uno de diez centímetros hubiera...

__ No, así estoy bien. Prefiero quejarme por exceso que por insatisfacción. - digo en voz alta para incorporarme con el temblor en las rodillas y el trasero que aún tengo. - Además, mi madre no parió a una débil. Soy Arleth Ambrosetti, puedo con todo. Quejándome, pero puedo.

Me meto bajo la ducha. Es agua tibia lo que necesito, ya que estoy sucia, oliendo a Gavrel y con mi entrepierna hecha trizas de seguro.

Esa cosa no es un hombre, es una bestia. No me sorprendería si tengo que hacerme una reconstrucción o como se le diga.

Desde que desperté lo vi dormido en esa cama, con cara de complacido, mientras yo apenas y podía respirar sin sentir que todo dolía.

Sus dedos están por todas partes. En las piernas tengo sus marcas y sé que no todas las hizo con sus dedos ya que sus insaciables ganas de follar me despertaron en la madrugada con su boca recorriendo cada sitio de mi entrepierna hasta que creo me desmayé de tanto placer.

Por ello la vergüenza me ganó al despertar y salí prácticamente huyendo de ese sitio. Solo dejé un poco de dinero sobre la cómoda para pagar la mitad, supuse que esa era la mitad. Tomé el primer taxi que vi cerca para que me dejara a casi un kilómetro del hotel.

Ni loca dejaría que me vieran bajar como lo hice de ese auto.

Solo debo olvidarlo, aunque dudo que las molestias me lo permitan hacerlo.

Ya vestida busco una farmacia que quede cerca, me aseguro que cuenten con servicio a domicilio y pido algunos analgésicos. Estos llegan a mi puerta en poco minutos, casi con urgencia los ingiero.

Bebo jugo, muchos líquidos ya que siento que estuve en una maratón por todo América desde el norte al sur, en tacones y sin hidratarme una sola vez.

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