Capítulo 32.

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Gavrel.

El frío viento me golpea la cara en cuanto salgo del Jet que aterrizó hace algunos minutos. Me arreglo el saco y camino hacia el exterior con los voyni ada bajando maletas, me dedico sólo a cambiar el teléfono por uno con el sistema y datos que me adhieren a la mafia roja, cómo lo que soy.

No el chef destacado, sino el integrante de una mafia. Una mafia capaz de doblegar a lo que se crea sin la necesidad de hacerlo.

El que uso para casos de trabajo en mi profesión de chef lo apago, por ahora no lo voy a necesitar.

Arleth desciende con un abrigo blanco y los lentes oscuros que se quita al reparar nuestro entorno.

__¿Tanta seguridad? Ni el presidente cuenta con tantos hombres para protegerse - se coloca los lentes en su cabeza.

__ Porque el presidente gobierna una nación solamente - un auto se detiene frente a nosotros y es Emilio quién pide las llaves para abrir la puerta. - Andando, tienes mucho por conocer estos días.

__ ¿Días?

__ No puedes recorrer Rusia en unas horas - sus cejas se levantan.

__ Ni que el país entero fuera de ustedes - bufa y el silencio de todos la hace apagar su risa incrédula. - ¿O sí lo es?

Observa a quiénes la rodean, Frost mueve la cabeza y ella me detalla impávida.

__ Mejor comienzo preguntando qué es lo que no es de ustedes. Siento que terminaremos más rápido - aborda el auto, le pido las llaves a Emilio y este me las entrega en la mano. - Que suerte que nada puede asustarme en este punto, ¿cuándo iniciamos con lo que quieres que aprenda?

__ Ahora mismo - le pongo las llaves en las manos. - Conduces tú.

Su gesto se descompone.

__ ¿Recuerdas que yo no puedo...?

__ Puedes conducir. Ese miedo no te sirve y lo vamos a destruir - rodeo el vehículo. - Hay prisa. Vamos.

Todos comienzan a moverse. Ella sale de la parte trasera del auto con el rostro ligeramente más serio, en lo que abordo. Su mente trabaja distinto a la de todos, teme a fallar y la atención sólo lo empeorará, por lo que llevo el móvil a mi oreja y clavo los ojos al frente. Enciende el vehículo luego de ponerse el cinturón, mirándome con dudas.

__ Estás mal de la cabeza para poner tu vida en mis manos - bajo el teléfono y la detallo.

__ ¿Lo estoy, Salvaje? ¿Tan poca estima te tienes para sentir que esto no lo puedes lograr? - sé cuánto duele que te toquen el ego. Ella lo hizo conmigo y ahora lo uso en su contra. - ¿Esa es la imagen que quieres dar a todos?

El cabello lacio le cae al frente con una trenza floja, la imagen no es más que la de una niñata consentida, pero es mucho más que eso. Lo sé. Lo descubrí de formas nada agradables, de los que ni siquiera el recuerdo me gusta tener.

El azul verdoso de sus ojos me encuentra y suspira.

__ El miedo no tiene cabida aquí - observo al frente. - Sí lo vas a dejar entrar, será para mantenerlo en el rincón, olvidado, cómo el decoro que mantienes en público, pero que olvidas cuándo no quieres dejar de montarme toda la noche.

Las mejillas se le enrojecen, pero vuelvo a verla sonreír. Suelta el aire y nos pone en movimiento, encabezando a todos los que nos siguen. Conduce despacio, alguien corriendo podría alcanzarnos fácilmente, pero ninguno trata de sobrepasarnos.

__ Es un Audi RS7, alcanza 180 kilómetros por hora y vamos a dos, ¿es todo lo que sabes dar? - me mira de reojo con molestia, hunde el pie y avanzamos más rápido, la velocidad aumente gradualmente.

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⏰ Última actualización: Feb 14 ⏰

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