Gavrel.
"Oasis". Cuando inicié con el proyecto fue una decisión muy complicada. Conseguir a alguien capaz de crear una bestia como él era prácticamente imposible.
Nadie, para mí, contaba con las herramientas o la inteligencia que capturaría la idea de lo que quería en verdad. Pues cuando lo propuse me dijeron que a esa magnitud, nada había sido creado, ni tenía mucho sentido hacerlo.
Además un crío de 17 años soñaba solamente.
Sin embargo, Dante Mikhailov no lo creyó así. Él fue el hombre que nos inspiró para pensar en grande y fue así como inició uno de mis tres proyectos más grandes que nacieron y siguen en pie.
Un hospital acuático llamado "Oasis" fue el primero.
Dentro del barco, las instalaciones serían similares a las de un hospital moderno, pero adaptadas al espacio limitado y las condiciones marítimas. Habría quirófanos equipados con la última tecnología, como sistemas de cirugía robótica y monitores de signos vitales de alta precisión. El personal también contaría con laboratorios de investigación, unidades de cuidados intensivos, y áreas de recuperación para los pacientes.
Cada sala siendo muy bien cuidada. Nadie daría un paso sin que yo lo sepa.
La seguridad del hospital acuático sería de suma importancia, especialmente para proteger su ubicación secreta. Emplear una combinación de tecnología de camuflaje, como pintura que refleja el agua para mezclarse con el entorno marino, y sistemas de interferencia electrónica para evitar la detección por radar o satélite.
Envío la señal con el dispositivo que cargo en mi bolsillo y desde el helicóptero puedo recibir la ubicación exacta. A tres kilómetros del lugar ya puedo verlo en el radar.
Mi padre sigue siendo intervenido por mi hermana, quien se encarga de mantenerlo estable desde que salimos de Moscú.
No era seguro para él ni para nadie teniéndolo en esas condiciones, por lo que decidimos que era una buena idea moverlo de ciudad, trayéndolo a un sitio en el que ni el mismo demonio podría encontrarlo para terminar el trabajo.
El Oasis Marítimo se alza como un coloso de acero y vidrio sobre las olas del Mar Báltico. Al aproximarnos, su exterior refleja el azul profundo del océano, casi desapareciendo en el horizonte. Lanzan dos bengalas y con ellas me ubico, visualizando el sitio en donde aterrizo con precisión.
Los mörder puedo reconocerlos. No pertenecen a nuestra gente, pero por orden del korol están tomando "clases" con los voiny ada que nos ayudan a cargar la camilla de Dante, luego de saludarlo como si este pudiera verlos.
__ Cierren un perímetro de seguridad con sensores submarinos y drones acuáticos. - demando al bajar y asegurarme que todo se haga como lo quiero.
No necesito fallas en este momento. Mi padre no necesita que alguien creyéndose el omnipotente se acerque, aunque si se le llega a ocurrir una idea como esa a alguien, por muy idiota que se vea creyendo que puede conmigo, lo haré polvo y será comida para peces con solo que presione un puto botón en la consola.
__ Si lo desea puede ir a ver como está el korol, señor. - me dice el técnico en sistemas que me recibe cuando entro junto a los voiny ada me acompañan.
__ No necesito estar esperando afuera del quirófano. Necesito asegurarme que esté seguro y que ningún gusano venga a tocarme los cojones aquí. - me siento a su lado y tomo el mando de los drones acuáticos que se mueven a bollas cercanas que contienen los sensores, los cuáles van a avisarme de la cercanía de alguien a una distancia que nos haga actuar a tiempo.
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Wildness
RomanceUn error, dos días, tres caprichos Una equivocación lleva a Gavrel con alguien diferente a lo que pensó. Sin preguntas, sin nombres ni vida además de la que coinciden esos dos días en que el desenfreno es el único protagonista de sus deseos. No se...