ArlethNo poder dormir toda la noche me creó unas ojeras horrendas, las cuales me acomplejaron en cuanto me vi al espejo por primera vez esta mañana. La sombra que tengo bajo mis ojos son como la copa de sus árboles, unos gigantes árboles. Si Tim me ve así de seguro me lanza dos papas congeladas encima. Pero no es mi culpa completamente al tener insomnio, todo a causa del idiota de Gavrel. Bonito nombre, pero personalidad horrible nefasta.
Unas ganas de cobrar el que haya causado mi desbalance. Vine con ánimo de regresar fresca a mi trabajo no odiando a todo el mundo, cómo es el caso en este momento.
Eso no tiene nada de genial.
En contra de mi voluntad bajo el comedor, donde el dolor de cabeza es atroz el cual me sostiene la voluntad. Quiero volverlo en un regalito para cederlo a quién lo hizo posible. Pero no puedo ya que no lo tengo frente a mí. Lo único que puedo hacer es enojarme conmigo misma por permitirlo.
__ ¿Alguien se murió y no lo supe? - Leandro entra a la cocina con la camisa empapada de sudor, de seguro por andar ejercitándose con Elien y Erick. - Que cara, Omelette.
__ No molestes, Leandro. No estoy de ánimo. - gruño con molestia. Se queda en silencio, quizá el que no le siga el juego esta vez crea sospechas en él.
__ ¿Es grave? - levanto la cabeza para verlo, al no entender a qué se refiere. - ¿Lo que tienes es grave?
__ No lo sé. No sé qué tengo. - miento. - Tal vez se deba al cambio de horario y esas cosas.
__ Ajá y a mí me gusta el durazno.
__ Eso debería ser considerado un sacrilegio. - refunfuño.
__ Es en serio, Arleth. - le da un sorbo a su botella con agua. - Si tiene solución no te preocupes, si no la tiene, tampoco. Te estresas porque quieres.
Lo dice tan simple que me odio por no ser igual.
__ A veces me caes mal. - le resta importancia como si fuera nada para él. - ¿Café?
__ Si es preparado por tí, no. - hago un mojin con los labios, el tonto lo ignora abiertamente. - Me voy, ya di mi charla motivacional del día.
__ De ser terapeuta, te mueres de hambre. - repito las palabras de Erick.
__ Por lo menos no menciono un gato con croquetas.
No puedo responderle ya que el imbécil logra irse antes que lo haga. Opto por tomar una rutina de yoga, por ello empujo los muebles haciendo un espacio para poner en práctica lo poco que sé.
Pongo música, me concentro en pensar lo que sea, la pasarela es importante en mi caso. No fallar porque puede llevarme al fracaso, algo que de alguna manera temo.
Todos en mi familia cuentan con algo de lo cual enorgullecerse, lo mío es el modelaje. Los reflectores en mi cara, las sesiones exhaustivas de fotos, salir a los pasillos preparados para las pasarelas y ver que de grandes marcas solicitan mi presencia.
Me acostumbré a eso y ahora, no me veo lejos de ello.
Tardo un par de horas en varias posiciones de yoga, flexionando mi cuerpo que siente alivio por ser ejercitado de esta manera, nunca me doy el tiempo de atenderme así. Continúo hasta que veo a mi madre llegar sola. Deja sus llaves en la mesa y va a me saluda con un beso antes de ir a la cocina.
__ ¿Ya comiste? - es lo primero que pregunta. Niego desde mi lugar como si pudiera verme, con los ojos cerrados no lo sé, pero la escucho moverse en la sala.
__ Mamá, ¿tu como sabías que alguien te gusta más que el resto?
Deja de moverse, luego noto lo directa que fue la consulta, pero me alivio al recordar que es mi mamá y no mi papá quién la escuchó.
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Wildness
RomansaUn error, dos días, tres caprichos Una equivocación lleva a Gavrel con alguien diferente a lo que pensó. Sin preguntas, sin nombres ni vida además de la que coinciden esos dos días en que el desenfreno es el único protagonista de sus deseos. No se...