Capítulo 30.

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Gavrel

Mis ojos se abren recibiendo la poca luz que se filtra por las cortinas, estas se mueven con el viento frío que tiene fría la piel de Arleth. La acomodo en la cama y cubro su cuerpo con una colcha, la cual la mantendrá cálida.

Los objetos fuera de su lugar los coloco donde deben estar, incluido el cepillo de pelo que antes usó y dejó en una silla. Le doy una última mirada antes de cerrar la puerta, asegurándome de que sigue dormida.

__ Me iré adelantando, jefe. Aún me duelen las tripas por...

Frost guarda silencio cuando lo miro con la ceja levantada.

__ Le agradece a la señorita por la cena. - se da la vuelta palmeando el hombro de Emilio.

__ Es muy expresivo siempre. Pero es eficiente. - me dice el guardián de Arleth, cómo si le fuera a cortar la cabeza al primo.

__ No lo voy a matar. Deja la tontería. - se relaja en cuánto me escucha. Sale detrás de Frost antes de que se vaya.

Apago el celular personal y tomo el que suelo usar en estos casos, luego de enviar un mensaje a todos los móviles que podrían necesitarme, incluida ella, para que en cualquier caso me contacte por el que guardo en mi bolsillo.

Me coloco los guantes, busco una jeringa que lleno del líquido blanco el cual guardo en una caja metálica, para luego tomar las llaves del auto y cerrar todo. Emilio entra y me reitera que no se moverá de este lugar, por lo que confío en que será más fácil no pensar en cómo puede estar.

Odio saber que me la pueden volver mierd@ si dejo que se acerquen mientras está vulnerable. La lastimaron. La hicieron llorar. Tocaron algo tan auténtico como lo era su alma y ahora, por más que esfuerce, en su mirada puedo ver como la tragedia ha dejado una sombra, una ausencia palpable de la luz que solía irradiar. Sus ojos, que antes eran faros de alegría y esperanza, ahora parecen opacos, como si una parte de su alma se hubiera apagado.

Me frustra no haber podido evitar que pasara. Pero verla sabiendo lo poco que debe hacer para tener lo que pide, me indica que puede recuperarse. Su fortaleza radica en todo de ella, sólo que aún se contiene.

Conduzco con el auricular en la oreja hablando con Waleska que me informa que el korol ha permanecido despierto todo el día.

__ Se negó a comerse una gelatina. Dice que no se está muriendo, ¿Puedes creerlo? - pregunta indignada. - Sí no fuera por mamá, hunde el barco.

__ ¿Cómo van las heridas? - querer controlar al korol es cómo intentar domar a un león con un caramelo y prefiero no irme por ese tema.

__ La nueva cura le ha mejorado, sin tanta complicación, las que tiene en la espalda. - me detengo en la gasolinera donde cambio de auto. Frost ahora me acompaña siendo quien conduce. - Zarya y Briana trajeron a los cuatro bebés, porque sólo así se puede estar tranquilo, ¿quién lo diría? El hombre más temido de Rusia le gusta cargar con cuatro bebés que le babean la cara.

Asiento. Que estén todos allá es mejor por ahora. Además las mini copias de sus padres y el mini tormento son difíciles de ignorar. Son los únicos niños que soporto en el mundo. Los cuatro ponen a prueba a cualquiera y no fui la excepción.

Le envío un mensaje a Zarya y uno a Damien para hablar por la madrugada.

__ ¿Por qué no ahora? Támara sigue dormida junto a Briana. Tengo tiempo.

__ Estoy ocupado. - desciendo del auto con Frost siguiéndome. Lo escucho tomar aire.

__ No quería preguntar. Pero Briana me dijo sobre el accidente del representante de tu novia.

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⏰ Última actualización: Nov 21 ⏰

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