𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟒

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[•ᴇᴍʙᴏsᴄᴀᴅᴀ•]

«sʜᴀᴘɪʀᴇ ᴋᴜᴅᴏ»

Sabía que aquella llamada podía ser una trampa, más bien, era una trampa, no tenía dudas, sin embargo, tenía curiosidad, por lo que nada más despertar hice la típica rutina diaria y baje a desayunar con intensiones de salir luego.

– ¿Irás a algún lado? – Habló Shinichi bajando, estando aún en su cuerpo adolescente.

– No tengo por qué decirte – Hablé desviando mi mirada. Si, a un día nos amabamos como los mejores hermanos y al otro eran como perro y gato.

– ¿Sigues enojada? – No le respondí y seguí comiendo mi cereal con leche, el se sentó al frente mio, apoyando su barbilla en la palma de su mano. – Lo siento, ¿vale? No debí tirarle un zapato a Kaito, fue poco cortés de mi parte.

– Si te sirve, vuelvo pronto – Dije para ir y fregar el recipiente vacío y salir de allí hasta donde estaba mi moto.

Me monté en ella y no demoré mucho para ponerme en marcha hasta la dirección que me habían dicho ayer en la llamada, viendo nada más y nada menos que mi destino era un antiguo bar, ahora abandonado, casi a las afueras de la ciudad.

Típico... – Pensé al encontrarme frente al lugar, entrando segundos después.

No encontré a nadie dentro, pero aún así no baje la guardia, podían salir de cualquier lado y atraparme, o al menos intentarlo.

– Que bueno que llegaste... – Habló una mujer entrando al edificio con un casco puesto, evitando poder ver su rostro, pero si voz me era conocida –... Shapire Kudo.

– Jumh, tu eres la que me llamo ayer – Dije cuando al fin reconocí aquella voz – Dime, ¿qué quieres de mí?

– En realidad, la pregunta seria, ¿qué tengo yo que necesitas tu?

Aquello me dejó confundida, sin más, ella sacó una cajita blanca de uno de sus bolsillos y la abrió frente a mi.

– ¿las reconoces? – Dijo al verme observar las dos píldoras con detenimiento.

– Mire, si viene a venderme droga pues déjeme decirle que pierde su tiempo – Dije dispuesta a irme de allí, pasando por su lado, pero antes de poder salir de allí, ella volvió a hablar.

– Apotoxin4869...

– ¿Disculpa? – Pregunté dejando de caminar para voltear a verla.

– Apotoxin4869... ese es el nombre de la droga que encogió a tu hermano, el gran Shinichi Kudo – Ella llevó sus manos a su casco, quitandolo con lentitud, dejando caer poco a poco una larga y ondulada cabellera rubia platinada, abrí mis ojos aún más al reconocerla.

– Sharon Vinyard...

– La misma, en carne y hueso mi pequeña estrella – Se giró a mirarme con esa típica sonrisa que la caracterizaba.

El lugar quedo hundido en un incómodo silencio, silencio que ninguna de las dos quiso romper.

– No me esperaba algo así de ti, madre – La voz de Chris, quien acababa de llegar, rompió el silencio. Se acercó a paso lento hasta mi y se quedó a mi lado.

𝗟𝗮 𝗛𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻𝗮 𝗱𝗲 𝗦𝗵𝗶𝗻𝗶𝗰𝗵𝗶 𝗞𝘂𝗱𝗼 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora