Mientras subimos las escaleras, siento su mano rozar la mía y lo miro con ansiedad. Una vez que cierra la puerta del piso se agacha hacia mí y me besa lentamente en los labios; había fantaseado con esto, cómo sería probar sus besos y la realidad, supera mi imaginación, es tan embriagador. Me toma por los muslos y me levanta, yo enredo mis piernas en su cintura y él camina hasta sentarse en el sillón.
–Bajo la luz de la luna tu piel brilla como si fueras una estrella –puedo ver que el color verde esmeralda de sus ojos casi desaparece por lo dilatados que se encuentran–. Tu belleza es tan pura e inigualable... –besa mi cuello y mi hombro provocando que se me escape un suspiro cargado de deseo.
Este hombre está haciendo que pierda la cabeza; sitúa las manos en mi cintura y con un apretón me atrae más hacia él. Le quito el suéter y descanso la palma de mi mano sobre las líneas que trace en su firme piel.
–El día en que pusiste tu mano sobre mi pecho –cubre mi mano con la suya–. Supe que mi tiempo de espera había acabado –sin más lo beso apasionadamente, coloca sus enormes manos sobre mis pechos y los presiona.
–No me gusta cómo te ven los otros chicos, es la única razón por la cual te cambié de lugar –confirma lo que ya había estado pensando.
Sube mi vestido más de lo que ya estaba y presiona mi trasero para luego meter una de sus manos bajo mis bragas en busca de mi clítoris, al sentir su frialdad sobre ese punto, jadeo y él inicia a trazar suaves movimientos circulares; yo empiezo a moverme en búsqueda de más fricción. Mi cuerpo está cargado de deseo.
–Quiero que te vengas para mi forastera –coloca su otra mano en mi nuca y me atrae hacia él atrapando mi jadeo con su boca–. Mi única tarea es adorarte.
–¡No puedo más! –Cierro los ojos y suplico.
–No te contengas, nena –hunde dos dedos en mi interior mientras me besa para luego sacarlos y llevarlos a su boca.
«¡Oh cielos!» Miro sus luceros y él me regala una sonrisa pervertida. Jadeante cierro los ojos y durante varios minutos me entrego al enorme placer que estoy sintiendo, hasta que el impotente orgasmo me hace arquear la espalda y gritar de alivio. En este momento, sé que estoy perdida y rendida a sus pies.
Descanso mi cabeza sobre su hombro tratando de recuperar la respiración e intento desabrochar sus pantalones, pero él me detiene.
–Aún no es el momento.
Me despierto desconcertada en una cama que no es la mía y completamente a solas, miro a todos lados, su habitación es muy estilo industrial, igual al estudio de tatuajes y su olor está impregnado en cada espacio; apenas puedo creer lo que pasó anoche. Me levanto para buscarlo; sin embargo, no lo encuentro por ningún lado. Deduzco que debe estar en el bar. Así que me preparo el desayuno y me alisto para ir a trabajar.
Bajo y me adentro en el bar.
–Gia ¿Has visto a Erskin? –Ella se encuentra acomodando unas cajas de cerveza.
–No, nena –le agradezco, salgo del bar para no interrumpirla y camino hacia el estudio.
–Hola –saludo a la chica de cabello rosa, aún no me sé su nombre.
Ella únicamente agita su mano y yo camino hacia el cubículo de Esteban, él está atendiendo a una chica y al verme él sonríe.
–¿Cómo estás, guapa? –Me guiña un ojo–. Se fueron temprano anoche.
–Eh... Sí, me sentía un poco cansada –él asiente–¿Has visto a Erskin? Necesito hablar con él.
–No, ni siquiera me ha escrito hoy –lo noto algo tenso y decido dejarlo hasta allí.
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Dulce Curva
RomanceToda mi vida he vivido bajo la sombra de mi madre, siempre he tenido que hacer lo que ella quiere; mi vida se ha basado en complacer todos sus caprichos. El arte ha sido mi refugio, es en lo único que he podido decidir por mi cuenta.