Epílogo

41 3 0
                                    

Cruzo la calle lo más rápido que puedo, mientras escucho a Gia gritar mi nombre detrás. Subo a tropezones las escaleras, sintiendo el pinchazo de adrenalina que empieza a correr por mis venas. Él está aquí y si está aquí eso implica que mi madre sabe en donde estoy, ¡debo salir de aquí ya!

Entro a mi habitación y busco mi maleta con urgencia. A duras penas, guardo casi toda mi ropa y salgo. Por defecto, Erskin acaba de entrar al piso y se queda congelado, viéndome totalmente desconcertado.

–¿Qué estás haciendo?

–Necesito salir de aquí ... –niego y lloro con desesperación.

Se acerca e intenta quitarme la maleta de la mano, pero lo esquivo y camino hacia la puerta.

–¡Carla! Espera, no te vayas ... –el dolor en su voz hace que me detenga y cierro los ojos. Tratando de tragar el gigantesco nudo que tengo en la garganta–. ¡Prometiste quedarte a mi lado! –Puedo escuchar el enorme dolor en sus palabras–. ¡Carla!

Me giro y ya lo tengo frente a mí.

–No lo hagas más difícil, por favor. –Suplico y él coloca sus manos en mis hombros y poco a poco las desliza hasta que estas sostienen mi rostro con delicadeza.

–Nena, tú llenas el vacío que hay en mí... –llora y verlo así es desgarrador–. Todo mi mundo gira en torno a ti, Carla –se arrodilla–. Tú eres mi mundo entero, que va a ser de mí si te vas.

–Vámonos... Vámonos lejos de aquí –me mira sorprendido y lo levanto del suelo.

Abro la puerta. Ya es demasiado tarde, mi madre se encuentra frente a mí.

–¿De verdad creíste que todo sería tan fácil?

Me hace a un lado y pasa sin ser invitada. En ese momento, Erskin sale de su habitación, con su maleta en mano, y ella lo mira con desprecio. Él al verla queda estupefacto e intenta acercarse, pero ella lo detiene.

–¿Me dejas hablar a solas con mi hija? –Hace énfasis en la palabra hija.

Erskin me mira preocupado y le asiento para tranquilizarlo. Deja la maleta junto a la mía y sale del piso cerrando la puerta detrás de él.

–¿Cómo lo supiste?

–Cariño, siempre lo supe. Solo me hizo falta saber cuál fue tu última ubicación ... El resto, solo me quedó investigar un poco. Necesitaba solamente tu celular, y así ubicar a tus amiguitos –abro los ojos de par en par. Recordando al chico de la bicicleta–. Sabía cada uno de tus movimientos. Dejé una pista para que supieras que estaba aquí, pero no pensé que fueses tan tonta. Aunque me sorprendió tu arrebato aquel día. No lo esperaba.

De pronto lo tengo todo claro, el chico de la bicicleta, Leila y mi auto estacionado afuera. Ella siempre ha estado aquí.

–Si no te vienes ahora mismo conmigo, créeme que voy a arruinarle la vida a ese muchacho y eso no será lo único –camina hacia la mesa y la toca con su dedo índice para comprobar si tiene polvo–. Dispongo de mucha información en su contra, Carla –se acerca y coloca un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

–No pienso irme a ningún lado contigo.

–La decisión no es tuya. Todo este pequeño teatro se vendrá abajo, apenas abra mi boca –demanda señalando a su alrededor–. Ni tú. Ni yo necesitamos esto.

–Mamá, por favor... –imploro.

No la necesito a ella, pero pienso en toda la documentación que pueda tener en contra de Erskin. No soy capaz de arruinar su vida.

–Debo admitir que el chico es muy apuesto; sin embargo, la belleza no me sirve para nada –trata de estirar mi ropa. Como si esta estuviera muy ajada–. No quiero que el pueblo sepa que mi hija estuvo saliendo con un chico de compañía –la miro estupefacta y con los ojos cargados en lágrimas.

¿Cómo pudo saberlo?

–Ya te divertiste un poco, pero lamento anunciarte que la magia ha acabado ¡Camina! Nos vamos ahora mismo.

Me empuja y con pena hago lo que me pide. No puedo permitir que Erskin salga perjudicado, eso jamás.

Cuando salimos a la calle, Erskin está de pie y recostado junto a la puerta. Al vernos puedo ver cómo la desesperación crece en sus ojos, trata de acercarse y detenerme.

–Carla...

Me toma del brazo y yo lo miro como si estuviera sufriendo una tortura tan solo con su tacto

–¿Qué haces? Carla, no hagas esto ¡Por favor!

–¡Suéltala!

Mi madre me arrebata de sus brazos; sin embargo, eso no lo detiene y vuelve a intentar separarme de ella

–¡ALÉJATE! –grita exaltada y me sube al auto a empujones junto a ella.

El Sr. Mario, que ya se encuentra dentro del auto. Arranca. Mientras que Erskin le pega a las ventanillas y clama por mí. Más adelante, miro hacia atrás y lo veo perseguir el auto. Hasta que ya no puede más y se detiene llevándose las manos a la cabeza y lloro.

Llevo unas cuantas horas en mi habitación tumbada sobre la cama, contemplando el ventilador que cuelga del techo ... Aunque todas mis cosas aún estén aquí y todo siga igual que la ultimas vez. Siento que nada de esto me pertenece. Yo no pertenezco aquí. De algún modo me siento fuera de mi propia vida.

Me giro sobre el hombro y observo la última pintura que hice... Perfecta y colorida. Me pongo de pie y recojo todos mis trabajos. Los apilo en una montaña sobre el escritorio, ahora las paredes lucen vacías, como yo.

Escucho mi celular, me acerco a la pantalla. Si creía que aún quedaban pocos trozos de mi corazón, ver su nombre en la pantalla termina de hacerme añicos. Una vez deja de sonar, se anuncia un mensaje de voz. Mi mano tiembla mientras presiono la pantalla y lo reproduzco al mismo tiempo que contengo la respiración.

«Hola, amor... Lo sé, tranquila. Comprendo que no quieras responderme y sé que intentas protegerme. Te entiendo yo también sería capaz de hacer lo que fuera por protegerte a ti. No quiero presionarte. Obviamente, fue tu decisión y la comprendo... He estado sentado en este sillón por horas, planteándome ir a sacarte de ese lugar asqueroso. Espero que sepas que estoy aquí para ti. Siempre. No hay nada malo contigo, no eres culpable de nada, eres una buena persona. Eres hermosa y no hablo de lo físico. Lo digo como alguien que te conoce realmente... Solo porque ciertas personas han sido una mierda contigo. Me incluyo en eso... No significa que seas mala persona o merezcas vivir de esa forma. Hay mucha gente que te quiere y se preocupa por ti. Quiero que entiendas eso... Te amo, estoy aquí y no me iré».

Exhalo.

Dulce CurvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora