Capítulo Diecinueve

27 3 0
                                    

Estoy considerando que no debí poner un pie aquí.

–Tienes en claro que Erskin es mi mejor amigo ¿Cómo voy a mirarlo a la cara? –Puedo notar que Esteban está agobiado, y no lo culpo–. ¡Me cortará la cabeza!

Nos encontramos sentadas en el comedor y Esteban se encuentra caminando de un lado a otro; ha intentado marcarle unas tres veces a Erskin y hemos tenido que eludirlo.

–Amor, comamos primero –Gia lo toma por los hombros y lo obliga a sentarse frente a mí–. Carla luego nos contará lo ocurrido.

Y sin más se va a la cocina a servir la cena. Me hago un ovillo y me encierro en una cápsula intentando protegerme de la lacerante mirada de Esteban.

–¿Te ha lastimado? Me refiero a que si Erskin... alguna vez...

–¡Oh, no! –Lo detengo antes de que continúe, es inaudito–. Nunca. Erskin jamás me golpearía.

–Bien.

Resopla y me mira cautelosamente.

–¿Él te ha contado algo?

–¿Contarme? ¿A qué...?

–¡Aquí está!

Gia coloca el guisado en medio de la mesa interrumpiendo la conversación e insiste en dejarlo pasar hasta que comamos.

Intento llenar un poco mi estómago; sin embargo, se me hace casi imposible poder tragar un bocado por la angustia. Los miro a ambos mientras comen plácidamente.

No puedo quedarme callada, necesito respuestas.

–Ustedes... ¿Lo sabían?

Ellos dejan de masticar inmediatamente y se miran entre sí, como si dudaran de lo que están a punto de responder.

–¡POR DIOS! Ustedes dos... –golpeo la mesa con frustración y me pongo de pie acusándolos–. ¿Eran conscientes de que él se estaba acostando con ella? –Entonces veo cómo sus rostros se desfiguran, lucen un tanto ¿Sorprendidos?

–¿De qué hablas? –Esteban se levanta sobresaltado y me señala–. ¡Estás loca!

Apunta a su sien repetidamente con su dedo, insinuando que me hace falta algún tornillo.

–Por favor, Esteban, tranquilízate... esto debe ser un error.

Gia voltea a verme y la habitación se queda apaciguada por el enorme silencio, ambos me miran ansiosos esperando mi respuesta y niego.

–Erskin es mi mejor amigo, yo más que nadie lo conozco perfectamente...

–¡Explícame entonces!, ¿Por qué se encontraba en una habitación de ese hotel escasamente vestido? Porque créeme que he tratado de darle una mínima explicación a lo que vi en ese puto cuarto y no la hallo –chillo.

Lucen un poco aturdidos, me resigno y resoplo, ya no sé cómo actuar ante esta situación que me va agotando. Camino hacia el sillón y tomo asiento, ellos vienen andando detrás de mí y Gia se sienta junto a mí, colocando su mano con cariño sobre el dorso de la mía, mientras Esteban se queda de pie frente a nosotras, viéndome a los ojos.  No sé qué pensar, no sé qué hacer. Suspiro y les cuento cada detalle de lo acontecido, desde la hora en que Erskin se retiró para asistir a aquella fiesta, el mensaje que recibí de él solicitando mi presencia, la sorpresa que me llevé al abrir la puerta de la habitación al encontrarme a Erskin semidesnudo e incluso les cuento sobre el chico de los tragos.

Al terminar Esteban simplemente se retira en silencio, Gia y yo solo lo vemos subir las escaleras y escuchamos la puerta de su habitación, cerrarse.

–No te preocupes por él –Gia le da un apretón a mi mano y me mira–. Lo ha entendido, solo necesita digerirlo...

Dulce CurvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora