Capítulo Once

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Faltan un par de semanas para navidad y no veo ninguna pizca del espíritu navideño en casa, ni siquiera en el estudio y mucho menos en el bar.

Entro al bar junto a Esteban, es hora de almorzar y me he enamorado de la comida que preparan aquí, por ende, casi todos los días vengo a comer.

Busco una mesa vacía y tomo asiento, mientras que Esteban va a la barra en donde se encuentra Gia limpiando unos vasos, busco a Erskin y lo veo salir de la cocina, de inmediato me localiza y se acerca. Es como si yo tuviera un radar, sabe cuándo estoy cerca.

–¿Qué tal ha ido el trabajo? –Me besa y toma asiento junto a mí.

–Genial, el día no ha estado pesado.

–Y ¿Qué tienes pensado comer hoy? –Se apropia de mi mano y juguetea con mis dedos.

–Lo que tú decidas, para mí está bien ¡Todo es delicioso!

Gia y Esteban se unen y toman asiento frente a nosotros. Platicamos mientas, nos traen nuestro almuerzo, los miro a los tres y pienso en lo bien que la pasó cuando estamos todos juntos.

–¿Qué están considerando hacer para navidad? –Los tres se miran entre sí.

–Trabajar –Gia levanta los brazos de manera obvia–. No hay nada más que hacer.

Voy a objetar, pero en ese momento llega la chica con nuestra comida y Esteban cambia de tema. Se ponen a hablar de cosas que no entiendo.

Erskin que está sentado junto a mí, con un brazo sobre mi hombro, se acerca a mi oído y susurra.

–¿Me acompañas? –Lo miro confusa y le pregunto a donde, él solo se levanta y me extiende la mano para que la tome.

No hemos ni llegado al piso y él ya está atacándome a besos, me coge por los muslos y me alza.

–¿Qué haces? –Me sorprendo y me rio a carcajadas.

–Es más fácil –me besa mientras sube las escaleras de a dos–. ¡Eres muy pequeña!

–¿O sea que el hecho de que yo sea pequeña es un problema para ti? –reclamo.

Abre la puerta y me sitúa sobre la mesa.

–Nunca he dicho eso –coloca sus manos en mi cuello y vuelve a atacar mis labios, esta vez sin compasión–. Eres perfecta –baja sus manos a mis senos y los aprieta–. ¡Todo tu ser es majestuoso!

–Espera –lo detengo–. ¿Qué pasa con el trabajo? Tengo que volver.

–No te angusties por eso –coloca sus manos en mi cintura.

–Me preocupo porque Esteban me despedirá –me quejo.

Sube sus manos hasta mi cuello otra vez y me besa.

–No lo hará porque soy el jefe.

–¿El estudio es tuyo? –Me sorprendo.

–Sí, el bar y el estudio son míos, incluyendo el club al que fuimos.

Estoy en shock, pero él rápidamente hace que salga de mi trance, empieza a besarme y tocarme por todos lados.

Con la mano temblorosa recorro todo su torso hasta llegar a su pantalón y lentamente la muevo de abajo a arriba, acariciándolo mientras siento su creciente erección, pulsar contra su cremallera, él alcanza mi mano entre su gigantesca mano y detiene mis movimientos.

–Déjame satisfacerte.

Me libera y se acerca para volver a besarme mientras desabotona mi pantalón y me los quita junto con mis bragas. Se agacha y suspiro por la sorpresa al sentir su lengua rozar mi clítoris, esto es todo y más de lo que siempre había soñado con él.

Mi piel arde y mis terminaciones nerviosas están por estallar. Me derrito contra él. Sencillamente me derrito.

–¡Oh, cielos! –gimo al sentir la presión de su lengua.

Sus brazos me aprisionan con más fuerza y me acerca aún más, siento un hormigueo por todas partes.

Erskin gruñe y tomo su cabeza haciendo más presión con mis caderas, empujándome contra su boca. Lo necesito más cerca, lo necesito dentro de mí. Así que lo levanto y mientras me vuelve a besar empiezo a desabrochar su pantalón, pero otra vez me detiene. Me toma del cabello con su mano y tira con delicadeza de este hacia atrás

–Cariño, no haremos esto hasta que este seguro de que realmente lo desees –me mira con total lujurias y me besa con pasión.

–Realmente lo quiero.

–No sabes lo que dices –se mete dos dedos a la boca y los chupa lentamente para luego sacarlos y masturbarme.

Echo la cabeza hacia atrás disfrutando del placer.

–Déjame complacerte también –suplico.

Cómo no recibo negación alguna, intento volver a desabrochar sus pantalones y tiro hacia abajo de ellos junto a su bóxer para liberarlo.

Él gime cuando tomo su gran pene erecto en mi mano, escucharlo gemir de esta forma es como música para mis oídos. Está palpitante, caliente y duro ¡Impresionante!

Lo masajeo de arriba abajo suavemente mientras él busca mis labios y veo sus ojos cargados de lujuria, estoy más convencida que nunca de que lo que está sucediendo en estos momentos es algo nacido del afecto, de la atracción y si, del amor. Cierra los ojos mientras disfruta de mis caricias

–Cariño, mírame –suplico.

Inmediatamente, como si pudiera controlarlo, abre los ojos para encontrar los míos.

–¡Oh Dios! –ruge.

–Esta vez, quiero ver cómo te corres.

Su respiración se vuelve entrecortada y sonrío con satisfacción. Su aliento cálido acaricia mi piel mientras baja su cara para susurrar en mi oído:

–Podría correrme solo de verte.

Busca mis labios y me da un dulce beso para luego retirarse tirando de este con sus dientes, y presiona su mano otra vez contra mi clítoris y empieza acariciarme, el placer inminente en mi interior vuelve a crecer de una forma drástica, gruñimos en voz alta mientras nos deleitamos el uno del otro.

–Córrete para mí, Carla –reclama–. Córrete, mi pequeña.

Acelera el ritmo y le doy lo que quiere, estallo por completo gritando, mientras él presiona su mejilla contra la mía y lo siento tensarse, y estremecerse contra mi mano al correrse también.

Los dos estamos jadeando pesadamente, separo nuestras mejillas y sonrío al techo, la mirada de Erskin aún sigue oscura y brilla intensamente.

–Llevo toda mi vida esperándote... –lo beso tiernamente–. ¿Solo un beso? Nena, un simple beso es un truco para dejar de hablar cuando las palabras hacen falta.

Une su gran mano a la mía y besa mi frente, lo miro y le dedico una sonrisa

–Estar contigo es como vivir en un sueño.

–Pequeña, despierta y abre tus ojos, porque todo esto es muy real.

Dulce CurvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora