Capítulo Veinticinco

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Hemos llegado al segundo punto, de todos los lugares a los que pudimos haber ido, jamás imaginé la playa... Este lugar está completamente desierto. No hay personas por ningún lado. Dave es el primero en bajar con emoción, luce como un niño. Gia y Esteban llegan unos segundos después y se acercan a nosotros.

Esteban rodea el auto y posa sus brazos sobre la ventanilla, del lado de Erskin y conversan de algún tema. Podría prestarles atención si Gia no estuviera junto a mí.

–¿No vas a cambiarte?

–¿No se les pasó por la cabeza, haberme dicho que vendríamos a la playa?

–En todo caso, podrías quedarte en ropa interior... pero he traído algo para ti –levanta las manos y me muestra un bikini amarillo.

Abro los ojos de par en par, eso luce más a una tanga, no como un bikini.

–¿Y en dónde vamos a cambiarnos? –Asomo la cabeza y no percibo ninguna gaceta o baño–. ¡Esto está desierto!

–¡Exacto! Ven. Sal, nos vamos a cambiar aquí mismo, estamos en medio de los autos. Nadie nos verá.

Ella se hace a un lado y me bajo del auto. Y como si nos conociéramos de toda la vida, nos empezamos a desnudar. Ella me entrega el bikini, un poco revelador para mi gusto.

–Carla –nos estamos colocando el bloqueador cuando Erskin me llama y ambas volteamos a verlo, su cara es un chiste. Él ya está listo–. Gia, creo que no me entendiste cuando me expresé. Mencioné algo decente –Me carcajeo–. ¡Y tú vas a reírte!

Me encojo de hombros y él se acerca, colocándome sobre sus hombros con un ágil movimiento. Azota mi trasero y corre en dirección al agua. Me apoyo de su trasero y levanto mi torso. Veo a Esteban y Dave que se encuentran sobre un tapete bebiendo cerveza, burlándose de la situación.

Siento mis piernas empezar a sumergirse en el agua fría, sé que va a arrojarme. Por ende, contengo la respiración y se deja caer conmigo sumergiéndonos por completos.

Se coloca entre mis piernas y me toma por la parte trasera de los muslos. Como si él tuviese alguna especie de magnetismo, enrosco las piernas en su cintura y nos lleva al exterior.

Su cabello cae sobre sus ojos y lo llevo hacia atrás, dejando su rostro libre y lo admiro. Limpio las gotas de agua que chorrean por su rostro con mis manos.

–Luces demasiado guapo en este momento.

–Tendrías que verte.

Me siento tan agotada que duermo casi todo el trayecto a casa, al abrir los ojos ya estamos llegando. Miro hacia atrás y Dave está regado, completamente dormido. Coloco la mano sobre el hombro de Erskin y me guiña el ojo deprisa para volver a poner ojo a la carretera.

–¿Vamos por mis cosas?

–¿Hablas en serio? –Voltea a verme con una sonrisa en su rostro y entusiasmado.

–Por supuesto.

Nos dirigimos al apartamento y al llegar Dave prefiere quedarse en el auto, se encuentra muy cansado. Subimos en el ascensor y Gia ya nos espera con la puerta abierta.

–¿Por qué te la llevas? No es justo.

–No soy yo, ella extraña su hogar.

–Este también es su hogar.

Ruedo los ojos ignorando su pelea y subo a buscar mis cosas y una vez ya tengo todo recogido bajo. Erskin se encuentra sentado en el comedor con la cabeza apoyada sobre su puño.

–¿No quieren quedarse un rato? –pregunta Esteban.

–¡Después de haber estado manejando casi todo el día! ... Yo solo quiero llegar a casa y dormir.

Dulce CurvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora