Capítulo Diecisiete

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Llego al piso 59 y al abrirse las puertas del elevador me maravillo al ver la lujosa decoración, es como si fuera una habitación de oro. Hay muchísima gente distinguida y adinerada.

Busco a Erskin por todos lados, sin éxito decido ir a la barra por un trago mientras espero a que aparezca, saco mi celular y le envío un mensaje avisándole que ya me encuentro aquí y lo vuelvo a guardar en el pequeño bolso. Debe de estar en algún lado, salió de casa muy temprano.

–¡Yo te conozco a ti!

Volteo a ver al bartender, sin descifrar de donde me conoce él a mí, estoy segura de que lo reconocería de haberlo visto en algún lado.

–No, creo que te has confundido –le sonrío amablemente.

–Realmente fue un placer compartir la pista con semejante mujer.

Oh... Entonces recuerdo aquel día en el bar, es el chico con el que bailé. Él entiende que lo he reconocido y asiente sonriente. Ahora me siento tan apenada, no me acuerdo como se llama.

–Carla, cierto... –me extiende la mano y la acepto amistosamente.

–Disculpa, pero no recuerdo tu nombre.

–Tranquila, me llamo Julián.

Volteo para ver si veo a Erskin por algún lugar, pero no lo logro encontrar.

–No pensé que frecuentaras estos tipos de fiestas.

–No lo hago, estoy aquí por mi novio –regreso la mirada a Julián.

–Entiendo... es a él a quien buscas.

–Él debería estar aquí, me escribió para que viniera, me envío su ubicación.

–¿Por qué no sigues la ubicación? –Lo miro sorprendida, que tonta soy, tiene toda la razón.

Busco el celular y marco la ubicación que me envío, se encuentra aquí. Me pongo de pie; en ese mismo instante recibo un mensaje de él y me detengo a leerlo.

Piso 54, habitación 385, bebe.
ERSKIN

Volteo para ver a Julián que atiende a un señor de mediana edad que acaba de llegar a la barra.

–Disculpa, tengo que irme.

–Descuida, ha sido un placer volver a verte hermosa –me guiña un ojo y se va a atender a otros.

Me doy prisa, el tobillo está empezando a dolerme bastante. Tomo el ascensor hasta el piso 54 y una vez abre salgo en busca de la habitación que me indicó.

Ahora mismo estoy empezando a arrepentirme de haber venido y me pregunto por qué me ha citado en una habitación.

Temerosa levanto mi mano y doy unos cuantos toques a la rígida puerta blanca, me siento muy desconcertada al ver a una señora de tez morena de unos 40 años abrir la puerta y sin decir ninguna palabra me regala una tenaz sonrisa.

–Cielos... creo que me he equivocado –estoy a punto de dar la vuelta cuando escucho su voz.

–Margot, me parece que ya la camisa está seca.

Palidezco, al verlo salir de una puerta, está totalmente de espaldas a mí y concluyo que es él al ver el distintivo ave fénix en su enorme espalda mientras se coloca la camisa... «Esto es increíble», realmente no me puede estar pasando a mí.

–¿Quién es?

Él se gira y al verme su rostro muestra total desconcierto.

Antes de que pueda decir algo doy la vuelta decidida a salir de este lugar, entro en el ascensor y presiono o el botón para cerrar las puertas, antes de que estas cierren por completo lo veo correr hacia mí, pero es tarde, las puertas ya están cerradas.

Dulce CurvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora