𝙀𝙋𝙄𝙇𝙊𝙂𝙊 | Adiós, amor...

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Recomendación: Possibility —Lykke Li

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Jungkook estaba solo en su celda fría, contando los días para salir de esta cárcel y correr a los brazos de aquella chica que él sabía que la estaba esperando. A esa misma chica le dedicaba miles de cartas en donde le decía lo mucho que la extrañaba y cómo esta situación le hizo abrir los ojos para que se diera cuenta que Jungkook sin su Raven no era nadie.

En las noches más silenciosas, Jungkook hacía memoria de todos los recuerdos bonitos que pasó con Raven. En su cabeza existía un tipo amplificador que lograba hacer retumbar la risa de la rubia en su mente, Jungkook sonreía cuando la escuchaba. A pesar de tener a su pequeña muy lejos de él, esos pequeños detalles lo hacían sentir menos solo.

Pero si había algo que le dolía a Jungkook, hasta tal punto de hacerlo pensar toda la noche, era precisamente la ausencia escrita de Raven. Lo último que supo Jungkook de la rubia es que ella finalmente sí se fue a estudiar a Oxford, y él pensó que al menos tendría algunas cartas de Raven los primeros meses en prisión; sin embargo, nada le llegaba a él, ni de Raven ni de algún otro conocido. Así que Jungkook se sentía ridículo por momentos, específicamente en aquellos donde estaba plasmando todas sus palabras en una hoja para la menor.

Pero todo cambió un día en el que Raven estaba devuelta en Seúl. Ella había venido con un solo propósito, dejando a un lado la vida que ha estado creando en Inglaterra con nuevas personas.

Semanas antes de que Jungkook cumpliera tres años de su condena, algo inusual pasó. Regresaba a su celda luego de bañarse cuando, de pronto, un policía lo detuvo y le avisó que tenía una visita. Aquel hombre, quien no había podido hablar con nadie desde que lo encerraron en ese lugar, ni con sus padres, por fin tenía una visita y no podía sentirse más emocionado y a la vez tan confundido.

El mismo policía lo llevó a la cafetería donde los reos mayormente merendaban. En ese lugar habían otros presos recibiendo cosas de sus familiares como ropa o productos de aseo, cada uno tenía dos guardias policiales a sus costados en caso de que quieran hacer algo incorrecto.

Pero la mente de Jungkook dejó de pensar en esas personas cuando en la mesa más alejada vio a una chica rubia, con la piel un poco bronceada y vistiendo de una manera tan distinta a como la recordaba. El mayor, ya con treinta y cinco años de edad, se estaba reencontrando con el amor de su vida, a quien ya le calculaba sus veintidós años recién cumplidos.

El click fue inmediato entre ellos. Cuando Raven vio que alguien se aproximaba, su corazón se regocijó por dentro al tener, luego de unos largos tres años, al que había sido su mayor amor por varios años.

Jungkook, ante la mirada de Raven, había cambiado. Su cuerpo está más fornido, incluso ahora lleva unos cuántos tatuajes en la mano y un piercing en la ceja. Para la rubia era impactante ver al nuevo Jungkook cuando ella lo recordaba con sus trajes de trabajo elegante y con un poco menos de masa muscular.

Pero Raven no era la única en notar los cambios. Jungkook también lo hizo. Su pequeña había crecido, ya no tenía una mirada inocente y su carita semiredonda había desaparecido por completo. Las facciones marcadas de la rubia aparecieron, se le veía con un cuello más largo, su clavícula más marcada y su cabello totalmente lacio cuando antes sabía que a Raven le gustaba tener pequeñas ondas en este.

Jungkook tomó asiento enfrente de su bebé. Tenía el pecho hinchado, con una sonrisa enorme en la cara y unos nervios de adolescente dominando todo su cuerpo.

Por fin había llegado la hora de reencontrarse y hablar. Este último siendo el más importante.

—Raven... —dice Jungkook con un suspiro de por medio—. Bebé, estás preciosa. ¿Cómo has estado? ¿Cómo te va en Oxford?

Love me, Daddy » 𝐉𝐉𝐊 | +𝟏𝟖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora