„La realidad no es más que un cúmulo de profecías desfavorables que se han cumplido."
-Haruki Murakami
Libro Kafka en la orilla
CAPITULO 1
INICIO A LA INCERTIDUMBRE
Su corazón palpitaba a prisa, más rápido de lo que nunca antes había latido, el miedo que ahora le embriagaba era superior a cualquier otro sentimiento que hubiese sentido antes. Ni al estar tan cerca de la muerte había logrado una pisca de sentimiento del que ahora estaba experimentando.
Pero a que debía este miedo?, una chica de su edad, a los meros diecisiete años con la sensación de una soga alrededor del cuello y estar apunto de caer, pero no era eso lo que la asustaba, había algo más, no temía por su propia seguridad, temía por la de alguien más, no le preocupaba morir allí pues sabía muy en el fondo que se lo merecía, pero aquella angustia crecía, si moría allí la podrían lastimar, si moría allí, no podría protegerla, y más importante si moría allí, la dejaría sola. Su padre le enseñó todo lo que debía saber, pero quizás no aprendió bien a como lidiar con ella misma, pues en esa situación y el miedo creciendo poco a poco le dio a entender que no tenía esperanza o motivo alguno de lograr salvarse, la energía de su cuerpo la abandono, su espíritu cedió, solo estaba ella agotada a meros instantes de dejarse vencer finalmente, y por segunda vez en lo largo de toda su vida sintió como ya no era capaz de controlar su cuerpo, le temblaba en pequeños espasmos y sus ojos picaban, sentía un agudo dolor en la garganta que de tomar aire sabía que no había marcha atrás, entonces paso, sonó la campana.
-.... prométeme.. que no le pasara nada a ella-
Un susurro de súplica logró salir de sus labios en su voz cortada, pues el aire necesario acudió y ya sus ojos no los podía controlar, era la segunda vez en su vida que derramaba alguna lagrima.
El sonido de la madera crujir desató toda la zona, la soga tensándose y finalmente el chillido constante de un grito, era oscuro, bastante oscuro, solo se oirá el fastidioso grito, hasta que se oyó un fuerte estruendo.
Se sentó inmediatamente mirando al rededor, estaba oscuro pero no tanto como lo que había visto antes, frunció el seño llevando una mano a su rostro instintivamente, la sensación de las lágrimas seguía intacta pero al tocar su cara comprobó que no había absolutamente nada, solo vendas cubriendo sus heridas, volvió a ver a su alrededor tratando de analizar donde se encontraba, luego de que su vista se acostumbrará a la oscuridad comprendió, que estaba en un hospital, cual no sabia, quizás el de Jericó era el mas cercano después de todo, se encontraba en una camilla, con sueros conectados en sus brazos, una máquina de signos, una pequeña manguera de oxígeno, el lugar era oscuro pero considerando la sensación cálida sabía que no era de noche, quizá estaba así de oscuro porque sabían de su poco gusto por la luz y lo llamativo, analizo la situación, conectada, en un lugar peculiar, era más que claro que estaba en un hospital, pero como había llegado allí?, al tratar de recordad algo, lo último que hizo un agudo dolor en su cabeza se manifestó, lo recordó bien, el fuego, la sangre, la trampa, y el abrazo a Enid, que había ocurrido después?, habría colapsado?, tenía sentido considerando la sangre perdida, trato de recordar más pero el dolor le era aún más presente, coloco ambas manos en su cabeza como señal de amortiguar el dolor, ahora trataba de recordar lo que soñó pero le era imposible, aunque solo fueron minutos de haber despertado, apretó los ojos buscando una sola imagen, del esfuerzo no era consiente de lo que sucedía a su alrededor, vio solo una silueta, era un Recuerdo oscuro, no podía recordar más que esa silueta y esa extraña sensación que causó en su ser, cuando quería seguir intentando no pudo seguir pues alguien la aplastó entre sus brazos.
-oh mi pequeño escorpión ya has despertado, no sabes como estaba de asustado.. luego de lo que paso tu madre y yo hemos venido lo más rápido que pudimos¡, estoy tan orgulloso, vez te dije que nevermore te gustaría-
