Fragmento de "El Cuervo" de Edgar Allan Poe:Y la sombra del cuervo que en el sueloFlota al fondo de la puerta,Y mi alma de esa sombra que allí flota sobre el sueloNo se alzará... ¡Nunca más!
Fragmento de "El Miedo" de Pablo Neruda:"El miedo me habita desde siempre,una sombra adherida a mis talones.Crece en silencio, como hiedra en la noche,se cuela en mi sangre y bebe mi sueño."
Caminar directo a una muerte segura, podía parecer un paseo placentero comparado con el tormentoso trayecto hacia la oficina del director. La frase resultaba un eufemismo cuando se trataba de describir el escalofriante sentimiento que la acompañaba. No era simplemente ansiedad lo que se apoderaba de ella, era algo nuevo; era una presión tangible, una sensación de presagio que afilaba cada uno de sus sentidos, desafiando la lógica de su propio ser, en otras circunstancias le habría parecido un momento exquisito, pero por alguna razón esta no era esa ocasión. ¿Cómo podría describir esa sensación sin caer en la trampa de la exageración?, pues ella no era una persona que pudiera entrar en esa categoría, ¿Qué palabras podían capturar la crudeza de la inquietud que se arrastraba como una sombra persistente tras ella?, inquietud era lo más parecido que le ocurría ahora mismo, pero aun así sentía que no era la palabra adecuada.
La chica, cuyos pasos resonaban en el pasillo como si cada uno fuese un augurio de lo que estaba por venir, se detuvo frente a la puerta de la oficina. No se molestó en golpear. Sabía que el director la esperaba. Era como si una red invisible la hubiera guiado hacia ese punto, y el hecho de que no hubiera un timbre de aviso ni un murmullo al otro lado no hizo sino intensificar la sensación de inevitabilidad que la envolvía. Se le había dicho que la reunión sería en una hora en concreto; esa hora había pasado hacía ya un rato, con la puntualidad meticulosa que ella siempre imponía a sus encuentros, fue que decidió era momento de entrar. Al abrir la puerta, fue recibida por un cambio tan drástico del lugar que casi le faltó el aliento, no habría nada que le pareciese que alguna vez Larissa estuvo allí. La oficina, antes un espacio sombrío pero ordenado, se había transformado en un cuarto de caza de la era victoriana, una sala que parecía estar atrapada en una dimensión paralela donde el tiempo se había detenido. Las paredes estaban adornadas con cabezas de animales embalsamados, cada una con ojos vidriosos que parecían seguirla con una fijación inquietante. Los trofeos estaban dispuestos de manera que formaban un círculo opresivo, como si el lugar hubiera sido diseñado no solo para exhibir, sino para imponer una sensación de vigilancia y poder constante.
Entre las cabezas de los animales, los ojos de un gran ciervo estaban fijos en ella. Esos ojos, aunque inanimados, parecían tener una vida propia, como si pudieran traspasar el velo de la realidad y examinar cada rincón de su alma. Lo que debería haber sido un espectáculo agradable se convirtió en un espectáculo perturbador, y eso era mucho viniendo de ella, un testimonio silente de la omnipotencia del director.
Avanzó con pasos calculados, tratando de ignorar las miradas inertes que la seguían. La silla frente al escritorio del director estaba vacía, esperando su llegada con una precisión fría y sin piedad. No había señales de vida en la oficina aparte de la suya, y el silencio era tan denso que parecía que pudiera cortarse con un cuchillo. El aire estaba impregnado con un aroma a cuero viejo y cera, que solo acentuaba la atmósfera opresiva del lugar. Finalmente se sentó en la silla, sintiendo el peso de los ojos muertos que la observaban como si fueran jueces de su destino. La oficina había dejado de ser un lugar de trabajo y se había convertido en un escenario de juicio, una trampa para el alma donde el director no era simplemente un superior, sino un árbitro de una realidad desconocida. A medida que esperaba la llegada del director, la inquietud crecía en ella como una sombra alargada, recordándole que, aunque la oficina parecía desierta, la verdadera presencia estaba muy lejos de ser inofensiva.