El Faro de la Amistad
En la tormenta del día a día,
cuando el mar ruge y el viento grita,
existe un faro que nunca titubea,
la amistad verdadera que siempre ilumina.
No es la distancia ni el tiempo quien la apaga,
ni las pruebas que la vida pone en su senda,
es un lazo fuerte, un nudo de almas,
que resiste, que crece, que nunca se quiebra.
Cuando el sol se oculta y las sombras se acercan, es esa mano amiga que en la oscuridad se extiende, no para juzgar ni para exigir nada, sino para recordarte que nunca estás solo en la marea.En las risas compartidas, en las lágrimas sinceras, en los silencios que también cuentan historias, la amistad se forja, se nutre, se esmera, y se convierte en refugio en medio de la euforia.
Así es la amistad, un faro en el camino,
una luz constante, un abrazo divino,
que guía, que calma, que inspira confianza,
y nos recuerda que juntos, no hay nada que nos venza.
El primer día de clases no suele ser memorable, una mera bruma en la mente que pronto se desvanece entre los detalles triviales de la vida. Pero aquel día... aquel día fue una excepción, un día marcado por la inquietud y el misterio que se cernían sobre ella como un manto oscuro. Todo comenzó cuando la trasladaron de habitación, una decisión inesperada y peligrosa, que la obligó a compartir espacio con otros licántropos. Sus sentidos estaban alertas, cada fibra de su ser consciente del riesgo, pero había algo más. Merlina, de alguna manera, había intervenido, ofreciéndole una ayuda enigmática, aunque solo fuera por una semana. Aquella semana, se dijo, debía comportarse, evitar problemas, proteger a su compañera. Sin embargo, iniciar la semana en la cama de su compañera era un presagio inquietante. Su lobo interior, una bestia latente y voraz, la empujaba hacia la pelinegra de una forma que no lograba entender. Desde su encuentro en el "apartamento", una atmósfera cargada de tensión y deseos reprimidos los envolvía, y el casi ataque nervioso que había sufrido entonces seguía siendo un tema no discutido, una sombra entre ellos. Tampoco habían mencionado su plan, bautizado irónicamente como "operación serpiente", un nombre que evocaba solo su intento de acercarse a su novio Ajax. Los pensamientos se arremolinaban en su mente, una maraña de incertidumbre y dudas. Trató de hablar con Ajax, pero cada intento se desvanecía en un mar de situaciones fuera de su control, como si fuerzas invisibles conspiraran para mantenerlos alejados.
La primera vez que llegó a Nevermore, sola y decidida, su corazón estaba cargado de verdades que deseaba compartir con Ajax. Pero en el momento en que lo encontró, la sorpresa cayó sobre ella: debía cambiar de habitación. Desde entonces, todo se convirtió en una maraña de eventos que escapaban a su comprensión. Intentó acercarse a él en clase, pero lo que siguió fue una experiencia aterradora, una visión de muerte que la dejó helada a ella y a sus compañeros de clase. Todos se dispersaron rápidamente, y con cada oportunidad perdida, la distancia entre ellos se hizo más grande, más insalvable. Ahora, caminaba por los pasillos sombríos de la academia junto a su mejor amiga, la vampira, Yoko, había pedido hablar, pero el silencio que la envolvía era más denso que la niebla en una noche sin luna. No era propio de Yoko guardar silencio, y verla tan conmocionada y reservada encendió en ella una chispa de preocupación. Se adentraron en una zona despejada, lejos de cualquier mirada curiosa u oído indiscreto. El ambiente se tornó aún más inquietante, como si el aire mismo susurrara secretos oscuros. Entonces, decidió romper el silencio, pero en su corazón sabía que lo que fuera que Yoko tenía que decir, cambiaría todo.
E: —¿Qué pasa? Me estás preocupando... te comportas extraño... ¿pasó algo más con Divina? ¿Tengo que arrancarle la cabeza a alguien?—
Yoko apenas levantó la mirada, con los ojos cargados de sombras. Suspiró profundamente antes de responder.
Y: —Mmm... lo siento. No pude descansar en toda la noche... No, no he hablado con Divina desde el viaje... No es fácil, ¿sabes? Aún me duele lo que intentó hacer, y estar separada de ella es aún más doloroso. Pero tengo que ser fuerte. No quiero que ella piense que esto me afecta... Mmmg, pero no es eso de lo que quería hablar contigo, Enid... Aunque, pensándolo bien, quizá ya sea tarde... Esa... presencia... no sé cómo definirla. Es extraño, muy extraño. La razón por la que no pegué ojo en toda la noche fue el cambio de habitación. Me asignaron con alguien... Al principio estaba contenta, después de todo, otro vampiro en Nevermore...—