Capitulo 09.

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Capitulo 11:

James

Desde el momento en que la vi entrar a mi despacho, supe que esta reunión no sería como cualquier otra. Cada vez que Tamara Greyson está presente, siento que mi mundo se sacude y emociones que preferiría mantener ocultas se despiertan en mí. Pero, a pesar de todos mis esfuerzos por ocultarlo, mi corazón la admira con una intensidad que me desconcierta.

Desde el momento en que Tamara Greyson cruzó el umbral de mi despacho, supe que esta reunión sería diferente a cualquier otra. Cada vez que ella estaba presente, mi mundo se sacudía, y sentimientos que preferiría mantener ocultos cobraban vida. Pero, a pesar de todos mis esfuerzos por ocultarlo, mi corazón la admiraba con una intensidad que me desconcertaba.

Tamara era sorprendentemente hermosa, y no podía evitar perderme en sus ojos mientras hablaba con determinación y confianza sobre los asuntos financieros de la empresa. Cada gesto suyo, cada palabra pronunciada, desataba un torbellino de emociones en mi interior. Mis puños se tensaban involuntariamente bajo la mesa mientras luchaba por mantener el control.

La forma en que me afectaba era poderosa e inquietante. Hacía que extrañara aquellos días en los que compartíamos algo más que negocios. Era difícil ignorar la conexión que una vez compartimos, pero ahora debía contener mis emociones y centrarme en los problemas que teníamos ante nosotros.

Deseaba besarla, tocarla, hacerla mía. Anhelaba tenerla en mis brazos y escapar lejos de todo esto, ansiaba que fuéramos felices sin ponerla en peligro. Quería poder contarle todo, decirle que la amaba, que la deseaba, que la quería a mi lado por el resto de mis días.

No podía evitar pensar en cómo solíamos ser. Cada recuerdo con ella era como un eco persistente en mi mente, un susurro que se negaba a desvanecer. Pero el pasado era solo eso, un recuerdo distante que se desvanecía en el presente. Aunque por momentos deseaba volver a esos tiempos, sabía que debíamos enfrentar el presente y resolver los desafíos que se nos presentaban.

Debo protegerla de mi padre; de lo contrario, estaría sobre este escritorio, gimiendo por lo intenso que sería el contacto, haciéndola mía una y otra vez hasta que no pueda más. Anhelo escucharla gritar pidiendo que no me detenga, sintiendo que está a punto de explotar lo caliente que se siente y mojado como un océano cuando estoy en su interior. Pero sé que no puedo permitir que eso suceda; debo respetar los límites y protegerla de cualquier situación que la ponga en peligro. Nuestra conexión es intensa, pero debo controlar mis deseos y asegurarme de que su bienestar esté siempre en primer lugar.

Es frustrante que mi mente esté dividida entre la necesidad protegerla y la fascinación que ella despierta en mí. La lucha por mantener la compostura y no dejar que mis sentimientos se entremezclen con los asuntos de negocios es constante.

Cuando habla, me encuentro pendiente de cada palabra, y su voz se convierte en música para mis oídos. Quisiera decirle cuánto la extraño, cuánto deseo verla fuera de estas paredes, donde las formalidades no nos limiten, donde mi padre no se interponga. Pero sé que eso no es posible. Debo mantener la distancia y protegerla, aunque eso signifique que a veces tenga que esconder lo que realmente siento.

Mientras avanzaba la reunión, mis ojos seguían sus movimientos gráciles y elegantes, pero también detectaban su ansiedad y nerviosismo latentes. No podía evitar notar cómo mordía su labio cada vez que se sentía inquieta, un gesto que me resultaba familiar. Sus piernas parecían tener vida propia mientras se movían debajo del escritorio. Cada uno de esos gestos era una invitación tentadora a perderme en sus encantos, pero la razón debía prevalecer. No podía permitir que estas emociones interfirieran en la toma de decisiones cruciales.

Una parte de mí anhelaba que ella compartiera los mismos sentimientos, pero la realidad era que las circunstancias habían cambiado entre nosotros. Ya no éramos las mismas personas, y el tiempo y las vivencias nos habían separado.

Observaba cómo intentaba disimular sus emociones mientras examinaba mis heridas, y a pesar de sus esfuerzos por mantenerse neutral, su preocupación era palpable en su rostro. Aquel nervioso mordisqueo de sus labios y el rápido juego con la carpeta eran señales reveladoras de su inquietud. Sabía que ella estaba nerviosa, y yo no era una excepción. La tensión en el aire era tangible mientras ambos luchábamos por ocultar lo que sentíamos, pero era innegable que existía algo más entre nosotros. Aunque fueran solo pequeños gestos y miradas furtivas, sentía una conexión especial cuando estábamos juntos, incluso en momentos como estos, cuando la vulnerabilidad se dejaba ver de manera sutil.

Cuando finalmente llega el momento de despedirnos, me contengo y evito expresar lo que realmente siento. Una vez que Tamara se va, me encuentro solo en mi despacho, sumergido en un mar de pensamientos. Es difícil dejar de pensar en ella, en lo que solíamos compartir y en lo que pudo haber sido. Sin embargo, debo avanzar y enfocarme en lo que es verdaderamente importante en este momento.

Suelto un profundo suspiro, tratando de alejar sus recuerdos que insisten en rondar mi mente mientras me preparo para enfrentar los desafíos que nos aguardan. Por mucho que la ame, sé que es necesario mantener la distancia y separar lo personal de lo profesional. Solo de esta manera podremos superar los obstáculos que se interponen en nuestro camino y asegurarnos de que la empresa salga adelante. Con determinación, me levanto y de mi despacho. La imagen de Tamara sigue presente en mi mente, pero estoy decidido a no dejar que esa imagen nuble mi juicio. Nuestra tarea aquí aún no ha terminado, y debo concentrarme en lo que realmente importa: hacer lo que sea necesario para que la empresa prospere y, al mismo tiempo, proteger a Tamara de mi hijo de puta padre.

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MC | Sr. Stone, Recuperado por ti. (18+) María Del Mar, [EN PROCESO, PARTE II.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora