Capitulo 17.

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Capitulo 17:

La celebración estalló en el lugar después de la victoria de James. La multitud estaba en un estado de éxtasis, aclamando su triunfo con gritos y aplausos. James descendió del ring directamente hacia donde estábamos nosotros. Cuando llegó, empujó a Silas con furia y comenzó a gritar enojado. Sus ojos se clavaron en los míos mientras me tomaba del brazo con fuerza, pero me aparté y lo empujé de vuelta.

-¿Qué demonios haces aquí? -me gritó, su rostro a centímetros del mío.

Apreté la mandíbula, tratando de mantener la calma.

-Estoy con Silas -respondí de manera firme.

Silas se acercó y lo empujó de nuevo, defendiendo su posición.

-Hey, ricachón, está conmigo.

James, furioso, amenazó con destrozarlo, pero uno de los hombres que minutos atrás lo acompañaba lo detuvo. Luego, se volvió hacia mí y me agarró de los brazos.

-No eres así, Tamara, esto no eres tú, maldita sea -dijo, con una mirada de nostalgia y desesperación en sus ojos.

Yo negué con la cabeza.

-Tú tampoco eres esto.- miro el lugar.

-No sabes nada Tamara.

Silas intervino una vez más y me tomó de la mano.

-Ven conmigo. Si quieres recuperarla, acepta una carrera -retó a James con una sonrisa maliciosa.

James negó con firmeza.

-Ya no corro y no tengo moto -dijo, con furia aún en sus ojos mientras su mirada seguía clavada en la mía.

Kaely, sin preocuparse demasiado, intervino.

-Te presto la mía -dijo como si fuera un detalle menor.

Silas se acercó al rostro de James y soltó una risa maníaca.

-Solo una Stone -murmuró, desafiante, y ambos estaban a centímetros de distancia, retándose con la mirada-. Si gano, me quedo con ella.

James respondió con seguridad y determinación.

-No vas a ganar, cabrón -afirmó con absoluta confianza-. Ganaré y me la llevaré, y te aseguro que no te acercarás a ella en tu maldita vida, porque si lo haces, juro que te mataré con mis propias manos.

La emoción se apoderó de todos, y la multitud comenzó a gritar y correr hacia afuera. Silas me tomó de la mano, y juntos subimos las escaleras mientras la gente vitoreaba y animaba la carrera que estaba por ocurrir.

A los pocos minutos, vi a James salir, ya vestido con su camisa y chaqueta. Kaely le entregó la moto, y él la miró con determinación, como si estuviera calculando cada detalle.

-Muñeca, vienes conmigo -me dijo Silas, mirándome con una sonrisa traviesa.

James negó con firmeza tomándome del brazo apartándome de Silas.

-Absolutamente no.

Kaely intervino en la conversación.

-Silas, creo que podría ser peligroso.- añade Kaely

Silas miró a James y luego a mí con una sonrisa juguetona.

-Entonces, que decida ella.. -dijo, dejando la elección en mis manos.

Todos los ojos se posaron en mí, y James volvió a negar con furia.

-No te vas a subir, Tamara. Es peligroso -dijo con voz autoritaria.

-Lo haré. Un trato es un trato -respondí, decidida, mientras me colocaba el casco y subía a la moto de Silas.

El hombre que acompañaba a James se acercó a él.

-Señor Stone, podría ser peligroso para su reputación. Podría aparecer en los periódicos.

-Me importa un carajo -gritó James, subiéndose a la moto y colocándose el casco.

Silas estalló en carcajadas mientras la tensión crecía en el aire, preparándonos para la carrera que decidiría el destino de esta intensa rivalidad.

El rugido de los motores llenó el aire, y sentí un nudo de nervios en el estómago mientras nos alineábamos en la pista de carreras improvisada en las oscuras calles de la ciudad. Las luces de neón parpadeaban, y la multitud estaba en un frenesí anticipando una carrera que decidiría mucho más que la simple victoria.

Mis manos aferraban con fuerza la parte trasera de la moto de Silas, y mi corazón latía desbocado en mi pecho. Era una noche oscura y cargada de adrenalina, y yo estaba justo en el centro de una rivalidad peligrosa.

Silas y James, dos titanes de la velocidad y la audacia, se encontraban en sus motos, listos para desatar toda su furia en esta competencia. Sus motores vibraban con una energía intensa, y la tensión en el aire era palpable, como una tormenta a punto de estallar.

El ángel finalmente dio la señal, y en un destello de luces y velocidad, ambas motos salieron disparadas hacia adelante. El viento azotaba mi rostro mientras Silas aceleraba, y sentí la moto vibrar bajo nosotros. Era una carrera feroz, con curvas cerradas y giros peligrosos que me hacían agarrarme con más fuerza.

Silas y James se adelantaban mutuamente, a veces a solo centímetros de distancia. Mi corazón latía aún más rápido mientras observaba cómo competían en esta carrera mortal. La multitud rugía y vitoreaba, y yo apenas podía mantenerme al tanto de la velocidad vertiginosa a la que nos movíamos.

En el tramo final, James logró una ventaja crucial, y mis nervios alcanzaron su punto máximo. Su moto rugió con una potencia sobrenatural mientras se acercaba a la línea de meta. Era un sprint final emocionante, y mis manos estaban temblando mientras veía la carrera desenfrenada.

En un último estallido de velocidad, James cruzó la línea de meta en primer lugar, con Silas a su lado. La multitud estalló en aplausos y vítores, pero yo solo podía sentir el alivio de que la carrera hubiera terminado sin incidentes.

Mis nervios finalmente comenzaron a calmarse mientras James celebraba su triunfo con una sonrisa de satisfacción. Esa noche, la rivalidad quedó zanjada en la pista de carreras, y yo me sentía agradecida de que todo hubiera salido bien. La adrenalina seguía bombeando en mis venas, pero al menos la carrera había terminado, y James había demostrado su destreza indiscutible en ese mundo de velocidad y peligro.

Sigo sintiendo un nudo en el estómago y mi corazón late con fuerza mientras me bajo de la moto, incapaz de contener la sensación de miedo que me invadió durante la carrera. Cierro los ojos por un momento y me inclino para vomitar, sintiendo que necesito deshacerme de la tensión y el nerviosismo acumulados.

James se acerca a mí rápidamente, sosteniéndome con gentileza mientras vomito. Mis manos tiemblan, y mi respiración es agitada. La experiencia había sido abrumadora, y mis nervios estaban a flor de piel.

-Señor Stone, debemos irnos, viene la policía y los noticieros -un hombre se acerca a James para advertirle de la inminente llegada de problemas.

James me sostiene y me carga, llevándome hasta la camioneta donde su chofer nos espera. Me coloca en el asiento y me ofrece una botella de agua, que acepto con gratitud.

El hombre que los había alertado se acerca nuevamente, preocupado.

-¿Señor?

James lo mira con determinación.

-Al apartamento de Tamara -ordena, y mi corazón late aún más rápido al escuchar esas palabras. ¿Qué nos esperaba ahora?

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MC | Sr. Stone, Recuperado por ti. (18+) María Del Mar, [EN PROCESO, PARTE II.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora