Hilda II

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Cuando Alcor salió de las habitaciones de la soberana de Asgard, únicamente Siegfried y ella se quedaron en los aposentos. El silencio fue notorio, hasta que Siegfried rompió el hielo, un tanto cabizbajo, pero sin titubear en sus palabras.

-Hilda, siento mucho interrumpirte intempestivamente. – Pausó su discurso brevemente, él también debía reacomodar sus emociones antes de continuar. - Sólo quería comunicarte que Frodi me ha notificado sobre algunos grupos de aldeanos, que han comenzado a solicitar la construcción de un coliseo. Éstos han estado excitando sobre esta idea entre los habitantes del pueblo y comienzan a dividirse las opiniones.

- ¿Un coliseo? – Preguntó Hilda anonadada, aunque ese tema la había vuelto a poner con los pies en la tierra y sus obligaciones. -Un sitio como esos ni siquiera forma parte de nuestras usanzas, ni de nuestra cultura. Aunque sabemos que el pueblo de Asgard es bravo por naturaleza, nunca se había requerido un espacio así entre los vikingos para llevar a cabo sus batallas, una construcción de esa naturaleza es anacrónica e históricamente una contradicción. Ese tipo de tradiciones son más comunes en pueblos del sur de Europa, como por ejemplo Roma o la misma Grecia que domina Athena. ¿Por qué solicitan eso ahora?

-Platicamos sobre ese tema Frodi, Hagen, Syd y yo. Tenemos varias conclusiones, la principal es que la gente no ha tenido mucho qué hacer últimamente y buscan entretenimiento, más allá de sólo las fiestas y el alcohol. Las tormentas les dan más tiempos de ocio dentro de sus casas y eso los lleva desear esa clase de distracción. Igualmente, creemos que, debido a las desapariciones, hay habitantes que ven en el coliseo un lugar apropiado para entrenarse para defenderse, o bien de seleccionar gente que sea hábil entre el pueblo llano para poder montar alguna clase de guardia o autodefensa. Eso en lo general. – Pausó nuevamente sus palabras y la vio directamente a los ojos.

Sabía que quería olvidarse de todo ese asunto, hablar con ella sobre lo que pasó, pero no quería incomodarla, no ahora, no de ese modo. Así que continuó con el otro tema. - Hablando en términos particulares, tenemos las sospechas de que hay individuos que son instigadores y ven en ello la oportunidad de desprestigiarte u obligar a tu gobierno a ceder ante esas peticiones, generar así malestar y mayor inestabilidad social. – concluyó el dios guerrero de Dubhe.

Hilda respiró profundo y dijo:

-No creo que invertir recursos y capital humano en eso sea conveniente. Asgard es un pueblo pobre, en lugar de esforzarnos en algo tan banal como un coliseo podríamos construir más vías de acceso entre el centro de la aldea, el palacio y las periferias. Incluso más espacios destinados al cuidado de la salud.

-Al parecer la gente no piensa en esas necesidades, ni mucho menos en lo que un coliseo podría implicar a largo plazo. - Dijo el rubio secamente. -Alguien quiere darles circo a los aldeanos y no sabemos bien de quién se trate.

-Siegfried, por favor moviliza a Mime y a Thor, tal vez ellos puedan involucrarse más en ese tema con las personas, averiguar quiénes son los fustigadores y quizás ir más allá. Diles también a los guardias que busquen a Lyfia y que venga a mi oficina.

-Así lo haré. – Siegfried hizo una leve reverencia y se giró para caminar hacia la puerta. Hilda lo vio alejarse.

-Siento mucho lo que pasó Siegfried. - confesó ella en voz queda.

Siegfried sólo giró un poco su cara para verla:

-No tienes por qué disculparte Hilda. – Le hizo una ligera, pero forzada sonrisa y se retiró del estudio.

Hilda exhaló al tiempo que se sentaba en la silla tras su escritorio.

¿Por qué le había dicho eso a Siegfried? ¿realmente le importaba tanto lo que él pensara sobre lo que pasó con Bud? A pesar de que la situación en Asgard era apremiante, no podía apartar su pensamiento de todo lo ocurrido. Jamás se habría imaginado que Bud sentía esa clase de interés por ella. Además, esa situación podía mermar la ya de por sí endeble relación que existía entre algunos de sus dioses guerreros.

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