23| Something happens

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Paris, Francia

D É M E T E R

—¿Lista?

Giro al escuchar la voz de Bill. Una sonrisa se forma en mis labios al verlo, una que parece llenar de calidez mi interior. Sus manos sujetan mi cintura, atrayéndome a su cuerpo.

Sus ojos marrones llevan maquillaje, y aunque me gustan de todas las formas posibles, ahora se ven mucho más profundos. Acaricio su mejilla con mi pulgar, sintiendo mi corazón latir con fuerza.

Bill me hace sentir lo que nunca antes había sentido, me devolvió las ganas de vivir que había perdido desde lo que sucedió con mamá, desde lo que él mismo causó.

Y es que es eso lo que no logro entender aún. ¿Es él aquel monstruo que vi en Inglaterra? ¿Es él el asesino de mi madre? Porque algo es seguro: el hombre que tengo frente a mí no lo es.

—Estoy lista.

—Te llevaré a casa —sujeta mi maleta para meterla dentro del baúl de una de las camionetas—. Dame la dirección.

Trago saliva. Agradezco llevar puestas gafas de sol porque estoy segura de que si no fuera así, Bill habría notado lo incómoda que me siento justo ahora.

Darle la ubicación de nuestra mansión no está dentro del plan, pero si no se la doy, levantaré sospechas. Se supone que somos aliados, se supone que... confía en mí y yo en él. Dios, todo esto es tan complicado.

Después de habernos quedado un día más de lo previsto en Tokio, hemos aterrizado en Paris. Mi hermana parece estar cómoda con la presencia de Tom y yo... estoy cada vez más cerca de Bill.

Y eso me aterra.

—Déjame ayudarte...

—No, gracias. Puedo sola —escucho a Misa decir de pronto interrumpiendo a Georg para ser ella misma quien coloque su maleta dentro de otra camioneta.

Bueno, al menos lo intenta porque antes de que pueda tocarla, Tom se apresura a hacerlo. Dejo de prestarles atención para enfocarme en Georg, quien hace una mueca y decide mirar hacia otro lado.

Algo sucede entre mi hermana y el castaño, algo que no ha querido contarme y algo que solo yo he notado. No por nada he vivido diecinueve años al lado de mi melliza. No sé qué ha hecho Georg para que esto suceda, pero no es nada bueno definitivamente.

—¿Deme?

Doy un brinco sobre mi lugar forzándome a sonreír cuando Bill me habla.

—¿Si?

—La dirección —repite abriéndome la puerta de copiloto—. ¿Cuál es?

Respiro hondo y se la doy antes de montarme dentro. El resto nos sigue por detrás durante todo el camino.

Minutos después, la mansión que Gregory nos entregó a Artemisa y a mí se alza ante mis ojos, haciéndome sentir culpable. Y el sentimiento se intensifica cuando ingreso.

Los recuerdos en este lugar azotan mi mente y al mismo tiempo golpean mi estómago, torturándome.

Pasamos cientos de noches planeando la venganza contra Bill y Tom en esta mansión... Y ahora parece tratarse solo del vago recuerdo de un sueño.

—No puedo creer que estemos de vuelta —dice Artemisa colocándose a mi lado.

Le echa un vistazo a Bill y Tom, como asegurándose de que estén lo suficientemente lejos y al comprobarlo, regresa a mí.

—¿Tú también sientes como si tuvieras la cabeza bajo el agua? ¿O solo soy yo?

—No eres la única —la consuelo dándole una sonrisa que ella devuelve.

Darkness feel like hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora