🔥CAPITULO 20🔥

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SIN EDITAR.

🫣<<{Manfrid}>>🫣

La invitación de la pequeña guerrera me asombró y me asustó al mismo tiempo.

Me asombra que me quiera con ella a solas y me asusta, porque una de las opciones es que me quiera matar.

Ahora está parada de pie frente al sofá de la sala en el que estoy sentado mientras bebo un trago con mi hijo Hans.

Se cruza de brazos mientras me mira impaciente y mira constantemente el reloj en su muñeca, reloj que le dio su madre, pero lo que no sabe es que yo se lo di.

Tiene un rastreador, después de que Aide me contará todo lo que la pequeña guerrera vivió no pude evitar sentir que de alguna forma debía cuidarla, aunque no me quiera cerca siempre tengo gente cuidándola por las sombras.

No me necesita, al parecer asustó a mis hombres lo suficiente como para tener que cambiarlos cada una semana.

Manfrid: ¿Elegiste bien la medida del pozo?

Intentó bromear para cortar un poco la tensión que siente su cuerpo.

Astrid: Hasta crees que necesitarás un pozo, ¡Ja!

Hans: ¿Qué harás con el cuerpo si no lo metes en un pozo?

Astrid: Cerdos o ácido, te doy a elegir antes de matarte, aunque también puedo prenderle fuego, pero lleva mucho tiempo.

Manfrid: ¿Si me matarás?

Ella bufa y rueda los ojos.

Astrid: ¿Te pediría permiso para eso? Ambos sabemos que tus hombres te cuentan lo que hago, no me veas cara de estúpida porque de eso no tengo un pelo.

Me pongo de pie, no le pediré disculpas por tener hombres cuidándola y tampoco lo negaré, no es necesario si ya los vio.

Manfrid: ¿En que nos vamos?

Astrid: En tu carro.

Asiento con mi cabeza.

Manfrid: Déjame buscar las llaves.

Astrid: No es necesario, le corté los cables.

Hago una mueca, esta niña me matará.

Hans: ¿Puedo ir?

Estoy a punto de decirle que no, pero la voz de la pequeña guerrera me frena.

Astrid: Qué suerte que tengo dos barriles de ácido —le sonríe a mi hijo haciendo que a él le brillen intensamente los ojos— vamos baboso.

Salimos de la casa y nos montamos en el carro, claramente la pequeña guerrera va de piloto, arranca a toda velocidad dando giros y arando las llantas haciendo que inconscientemente me agarre del asiento debajo de mí.

Llegamos hacia una enorme casa y estacionamos frente a ella, la pequeña guerrera suelta los cables para que el carro se apagué mientras miro la casa.

Dos pisos, todas las luces apagadas salvo una que deduzco es la cocina al ver a un hombre con un delantal por la ventana.

Hans: ¿Qué es este lugar?

Astrid: Ancel Braun, 36 años, soltero y sin hijos, padre anciano con Alzheimer internado.

Me pasa toda la información del hombre.

Manfrid: ¿Qué quieres con él?

Astrid: Compartimos una persona especial, él tiene lo que mi madre necesita, depende de ti si se lo sacamos o no.

Miró al hombre que lleva el corazón que mi mujer necesita…

Para eso me pidió que la acompañe, me está dando la opción de salvar a su madre, quiere saber si la salvó o la dejó morir por salvar a una persona que no tiene ninguna importancia para mí.

Manfrid: La respuesta es obvia pequeña guerrera.

Él hombre ya está muerto.

Astrid: Y sin embargo quiero escucharla, primero debes saber que ese hombre es una persona muy buena, dona gran parte de su sueldo, ayuda a las personas de las calles, pasa sus fines de semana ayudando en albergues, es bueno, pero es él único con el corazón que mi madre necesita.

Manfrid: Ya está muerto.

Astrid: Es bueno escuchar eso, toma.

Me da un par de guantes y otro a Hans, un arma, ¿Una carta?, y un carnet de donante de órganos.

Astrid: No lo golpees, no lo ahorques, solo coloca el arma en su boca y aprieta el gatillo con su dedo y mañana mi madre estará lista para el trasplante.

Asiento con la cabeza mientras me pongo los guantes, se mira en el espejito acomodando su cabello antes de mirarme.

Astrid: ¿Listo?

Manfrid: ¿Y tú a qué bajarás?

Astrid: A mí me abrirá la puerta, por qué te menti, no es buena persona, en realidad es una horrorosa persona que paga prostitutas y las golpea, pero quería saber qué harías si fuera buena persona.

<<No te ofendas, pero si elegías salvarlo no le sirves a mi madre, para ella no quiero un héroe sino un villano que mate por su bien.>>

Claramente no sabe los cadáveres que cargo en mis hombros, pero no es una charla para este día.

Salgo del carro al igual que mi hijo cuando ella se baja, ahora entiendo por qué lleva ese vestido y esas botas altas.

Los largos guantes deben ser para las huellas y que pasen desapercibidos por el hombre.

Astrid: Las cámaras llevan sin funcionar dos días, pero tenemos un margen de veinte minutos antes de que la prostituta que contrató llegue.

Vamos hacia la puerta y nos hace una seña para que nos pongamos al costado para que cuando abran la puerta no nos vean.

Hans: Esto no me gusta, ¿porque tiene que verla así?

Ella da varias respiraciones antes de colocar una seductora sonrisa y golpear, la puerta se abre momentos después dejando ver un hombre bastante grande de cabello negro.

Ancel: Llegas temprano.

Astrid: Hoy me siento muy necesitada y decidí regalarte media hora más.

Dice con voz melosa antes de proceder a morderse el labio inferior y jugar con su cabello seductoramente mientras sus ojos no se despegan de los de él.

La mirada del hombre pasea por el cuerpo de Astrid con ojos lascivos haciéndome apretar la mandíbula.

Hans: Lo mataré.

Ancel: ¿Qué fue eso?

Nos cubro a los dos para que no nos vea cuando pasea su mirada por todos lados.

Astrid: Ay, no sé, pero me dió miedo ¿No me dejaras entrar?

Mira con expresión temerosa hacia todos lados, pasa su vista de nosotros como si no estuviéramos aquí.

Astrid. 1°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora