Capítuo 54

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Arien

—¿Estás segura de esto? —me preguntó el dios.

Yo solo asentí.

En Velaris era de noche, una extraña oscilación temporal se había producido en Prythian, quizá como consecuencia de lo que pasaba en mi plano. Acompañada de Hermes, llegué a la casa de la ciudad y entré., la puerta estaba abierta para mí. No había nadie en el salón, no había nadie en los pasillos superiores y abrí la puerta del despacho de Rhysand de golpe.

Se quedó quieto detrás de su mesa con un papel entre las manos. Cassian se dio la vuelta de golpe.

—¿Arien? —frunció el ceño al ver a Hermes conmigo.

—Necesito hablar contigo.

Miró a Hermes de nuevo y él añadió.

—Máxima urgencia. ¿Me acompañas, Cassian?

Rhysand miró al dios e intercambió una mirada con Cassian.

—Es mi tío Hermes —lo presenté.

—Máxima urgencia —insistió con una sonrisa dedicada al ilirio.

Rhysand se encogió de hombros y le hizo un gesto a su compañero. Hermes lo acompañó, como si se tratara del mayordomo de esa casa. No pude evitar darme cuenta de lo bien que le quedaba ese papel.

La puerta se cerró a mis espaldas. Rhysand se sentó en la silla detrás de su escritorio con un suspiro y me miró acomodándose en el respaldo.

—Tú dirás.

Me faltó tiempo para abalanzarme sobre la mesa y apoyar las manos casi con violencia. Rhysand abrió los ojos sin esperarse mi movimiento.

—¿Por qué no eres rey?

—¿Cómo? —inquirió confundido.

—Azriel mencionó que podrías ser rey de Prythian sin quisieras, ¿por qué no lo eres?

Rhysand suspiró, molesto, quizá porque sus conversaciones privadas habían sido compartidas con otra persona.

—Rhys, no estoy aquí para juzgarte —dije con suavidad, a riesgo de tratarle informalmente. Él no pareció darle importancia—. Solo quiero saber por qué alguien que podría tener el poder de todo un país no quiere tenerlo.

Noté el don daemati del Alto Lord acariciar la cúpula mental que tenía por corona en ese momento. Me miraba fijamente y entornó los ojos al encontrarse con esa barrera. Me sentí respirar, nerviosa.

—¿Por qué? —me preguntó simplemente.

—Los dioses quieren que vuelva al Olimpo.

—¿No era lo que querías?

—Como su reina —aclaré y Rhysand guardó silencio de golpe—. Lucien, Azriel y Elain dijeron que me apoyarían pasara lo que pasase, pero necesito una opinión objetiva.

—¿"Lucien, Azriel y Elain"? — repitió con incredulidad—. Desaparecisteis los cuatro de la fiesta de Tamlin, ¿y ahora sois amigos?

—Es... —respiré hondo— complicado. Rhysand, por favor, no tengo mucho tiempo.

—No soy rey, porque no quiero el cargo —respondió rápidamente—. Los Altos Lores no me aceptarían como el señor absoluto de las cortes y aun hay conflictos entre ellas que no me corresponde solucionar.

—¿Incluso si eres el Alto Lord más poderoso de la historia?

Rhysand sonrió de lado.

—No quiero esa responsabilidad.

Ambos guardamos silencio y me eché hacia atrás. Me notaba jadear de la ansiedad, Hermes estaría fuera esperando la respuesta definitiva.

—La pregunta es: ¿Quieres esa responsabilidad, Arien, querida?

Lucien

—Está con Hermes —le dije a Azriel, pegado a la ventana del salón—. Su deber es protegerla, no puede pasarle nada malo.

—No sé dónde está —murmuró él—. Mis sombras no la localizan.

Me senté en el sillón, en el que podía verle si giraba la cabeza. No muy cerca de él, porque, a pesar de todo lo que había pasado, todavía me sentía alerta en su compañía. La imagen de Arien y él besándose con la flecha en la mano volvió a mi cabeza y apreté los ojos con fuerza.

—¿Y si se ha ido? —siguió el ilirio preguntando.

—La apoyamos y seguimos con nuestras vidas —dije con la voz neutra, aunque la pena se agolpaba dentro de mí—. Fue lo que prometimos.

—¿Y si se la ha llevado ese dios otra vez?

—¡Azriel! —exclamé, perdiendo los nervios—. Has oído a Hermes, ahora es Ari la que tiene el control sobre los dioses. Y ella nunca se iría sin haberse despedido. Volverá.

—Volverá —aseguró Elain entrando en el salón y se sentó en el sofá de al lado lo más cerca posible de mí—. Tened paciencia, ella tomará la decisión correcta.

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⏰ Última actualización: Mar 30 ⏰

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