Capítulo 5

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Arien

—No me puedo creer que Tamlin fuera tan amable contigo —dijo Feyre con incredulidad—. A mí me sacó de casa.

—Pero mantuvo a tu familia en tu ausencia —replicó Lucien desde la ventana—. De todas formas, era una actitud extraña para ser él.

—¿Lo era? —inquirí—. Porque tú me dijiste lo contrario —ladeó la cabeza una vez más—. Tamlin era amable. Después apareció Alis. ¿O a ella tampoco la recuerdas?

—Recuerdo a Alis... —murmuró Lucien.

—También se hizo cargo de mí en la Corte Primavera —explicó Feyre.

—Un segundo —intervino Cassian—, entonces te hiciste pasar por humana... ¿y Tamlin y Lucien se lo creyeron?

Solté un largo suspiro y proseguí con mi relato.

Hace diez años...

Alis me peinó y me dio una túnica con la que cubrirme y unos pantalones ligeros. Me negué a ponerme ninguno de los vestidos que me había ofrecido. Y al pasar el peine sobre mis orejas, se dio cuenta de inmediato.

—No eres humana —susurró ella.

Yo la miré a través del espejo, pero no dije nada. Mi mirada fue suficiente para hacerla callar ante los interrogatorios que me quiera hacer y lo que Tamlin le quisiera hacer. Solo sé que terminó su trabajo y salió por la puerta más rápidamente de lo que hubiese supuesto educado.

Conseguí ocultar mi identidad con el glamour. Cuando me lo aplicaba delante de aquella criada, ella no decía nada, no sabía si porque me temía o porque confiaba en mí. No hablaba mucho y yo tampoco me molestaba a tener interacción con ella. El caso es que tampoco se lo contó a los chicos y esa fue la sorpresa que me llevé cuando bajé al salón. Tampoco me esperaba que Tamlin sonriera al verme entrar, Lucien bajó la mirada a su plato como si no se atreviera a mirarme. Aún así, me senté delante de él y un fae cuya piel parecía hecha de madera me puso un plato delante.

¿Qué decir ante una situación así? Piensa en lo que dirían tus tíos... Giré la cabeza hacia Tamlin irguiéndome en la silla. Él le dio bocado a su plato sin apartar la mirada de mí.

—Gracias por la hospitalidad, aunque... parecía que no me merecía.

—Pasarás aquí mucho tiempo —dijo el alto lord—. Es lo mínimo que puedo hacer mientras busco alguna utilidad para ti.

Casi se me escapó decir: "¿Utilidad?", pero después me mordí la lengua porque estaba allí como prisionera y probablemente más tarde llegara a ser una esclava. No dije nada más y agarré los cubiertos antes de empezar a comer.

—Tienes un acento... curioso —dijo Tamlin y lo miré muy fijamente—. ¿Hace mucho que aprendiste el idioma? ¿Está muy lejos esa "Dinamarca" de la que has hablado antes?

"Nunca antes he aprendido tu idioma. Es otra broma pesada de los dioses. Y Dinamarca está tan lejos que ni siquiera aparece en vuestros mapas, seguramente", pensé con resentimiento. Sin embargo, alcé la barbilla y traté de mentir como la niña buena de los dioses que había sido.

—Hace un tiempo —respondí—. Y la tierra de la que vengo parece de otro mundo.

Tamlin me contemplaba mientras masticaba despacio. Cuando levanté mis ojos hacia él, esbozó una amable sonrisa. Yo busqué la mirada de su amigo de golpe.

—Me gusta como suena eso —dijo Tamlin antes de que Lucien levantara la mirada hacia mí. Miré al fae rubio de nuevo y lo descubrí recostándose en la silla—. La chica de otro mundo... Suena a leyenda mítica, ¿verdad. Lucien?

El chico pelirrojo también giró la cabeza hacia él y, a diferencia de Tamlin, cuando posó su mirada en mí no me sentí incómoda. Casi parecía él más incómodo que yo por responder a esa pregunta. Cortó un trozo de carne más de su plato disimulando. Sonreí ocultando mi rostro de Tamlin bajando la mirada. Los ojos de Lucien chispearon de advertencia cuando me vio.

Levanté la cabeza hacia él de nuevo y ladeé la mirada hacia él esperando la respuesta.

—Demasiado bonito para una asesina.

—Cualquiera se habría defendido si un animal lo hubiese intentado matar. ¿O acaso dejáis que los vuestros acaben con la vida de humanos inocentes?

—Silencio —protestó Tamlin—. Sed amables, los dos.

—No sabemos nada de ella —replicó Lucien.

—He sido secuestrada —dije yo en respuesta.

—Te estamos tratando como una dama cuando deberíamos estar azotándote —se levantó.

—Atreveros a hacerlo —me levanté y di un golpe en la mesa con las manos.

La respiración de Lucien se agitó y soltó un grito incomprensible enterrando los dedos en su pelo antes de empezar a dirigirse a la puerta.

—¡Lidia tú con esa mujer! —gritó cerrando la puerta con tanta fuerza y temblaron las copas.

Miré a Tamlin inquieta en medio del silencio repentino. El alto lord bebió de su copa de vino y se puso de pie. Me extendió la mano y lo miré sin entender absolutamente nada.

—No estás secuestrada —dijo casi con tono de arrepentimiento—. Puedes vivir donde quieras, pero dentro de las fronteras de mi corte. Si te notas asfixiada en algún momento, dímelo y te daré todo el espacio que necesites. Pero tienes que quedarte aquí.

—¿Qué clase de castigo es este si me dais tanta libertad? —le pregunté—. Si me voy, seguro que das la orden para que me persigan. Sabrán que me quieres para ti.

—No te haré daño.

—Muchas personas me han dicho eso... y después han mentido.

Sostuve su mirada llena de rabia reprimida. Bajó la mano que me ofrecía y soltó un largo suspiro. Hizo un gesto con la mano y todo lo que había en la mesa desapareció. Un truco barato que seguramente habría sorprendido a un humano, por eso hice lo posible por parecer sorprendida.

Tamlin me echó un largo vistazo antes de dirigirse a la puerta.

—Quiero conocer este lugar —dije antes de que saliera. Se dio la vuelta—. Yo... sé luchar. Puedo ayudar en la vigilancia, en la caza o en lo que necesitéis. No quiero estar de brazos cruzados en una habitación durante horas y horas.

"Eso ya lo he hecho con los dioses", añadí mentalmente. Di un par de pasos al frente.

—Si vosotros me dais un voto de confianza, tendréis mi palabra de que no me zafaré de tu acogimiento.

—¿Me estás ofreciendo un trato?

Tragué saliva. Aquella sonrisa que esbozó no me dio confianza. No sabía que significaban esas palabras, así que debía tener cuidado con lo que decía. Dudé un segundo y miré hacia la silla vacía de Lucien de manera inconsciente.

—Si es así como lo llamáis, sí —el "sí" resonó en mi cabeza despacio.

Tamlin amplió más su sonrisa.

—De acuerdo, pero quiero algo más a cambio.

—¿El qué? —pregunté con temor.

Tamlin avanzó otra vez hacia mí y se colocó muy cerca. Eché la cabeza hacia atrás para mirarle a los ojos.

—Quiero que pasees conmigo mañana, me podrás hacer todas las preguntas que tengas, puesto que eres extranjera y no conoces este lado del globo. ¿De acuerdo?

Sus ojos me llamaron la atención, si estaba intentando convencerme con su magia, se llevaría una sorpresa cuando descubriera lo que era en realidad.

—De acuerdo —dije sin embargo como si me hubiese quedado prendada de sus ojos.

Tamlin sonrió una vez más.

La Otra Compañera// ACOTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora