𝗛𝗔𝗥𝗥𝗬 𝗣𝗢𝗧𝗧𝗘𝗥 || ❝𝑗𝑒𝑠𝑢𝑠 𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑟𝑡𝑢𝑑, 𝑦 𝑗𝑢𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜 𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑎𝑓𝑒𝑟𝑟𝑜❞
[EN EDICION]
Donde Ruby Weasley debe elegir entre su gran amigo Harry Potter y su mayor enemigo Draco Malfoy, el cu...
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Ruby se levantó.
—Ya vuelvo.— dijo seria y caminó siendo observada por sus amigos y su hermano.
Fue hacia Hogwarts y buscó a Draco entre los pasillos. Al encontrarlo suspiró aliviada viendo que estaba solo con Alaska, al parecer la gata andaba deambulando por todo el castillo. Sacudió su cabeza y fue hacia el.
Al llegar lo agarró del brazo.
—¡Hey!— se quejó.
Ruby lo hizo entrar a una sala y cerró la puerta detrás de ella.
—¿¡Le dijiste a tu padre que sacrificara a Buckbeak!?
—¿Disculpa? Yo no le dije nada de eso, solo le comenté que esa criatura me lastimó el brazo. Y siéndote sincero, bien merecido tiene Buckbeak ser sacrificado. Por poco me mata.— se defendió.
—¡Fue tu culpa! Ni siquiera tuviste la oportunidad de escuchar las advertencias de Hagrid.— lo apuntó.
—No escucharé las palabras de ese idiota.
—Eres tan detestable. Al parecer no quieres cambiar y eso me decepciona.— iba a abrir la puerta.
—¡Espera, Ruby!— la mencionada se dió vuelta para mirarlo.— Escucha, no creí que mi padre hiciera eso. Cuando me dijo lo del sacrificio a Buckbeak yo no le puse nada porque... porque sería extraño que yo demuestre preocupación por esa criatura, y a veces mi padre no le gusta que le haga la contra. Pero si hay algo en lo que es cierto es que si, si quiero cambiar, la regañé a Pansy por lo que les dijo, bah, no lo hice, solo me quedé callado y no le dije sangre sucia a tu mejor amiga para que nuestra amistad no se rompiera.
Ruby miró al suelo algo confusa, sin saber que hacer o decir.
—Y no te olvides que le caigo bien a Alaska.
La pelirroja rió ante eso y lo miró divertida.
—...Lo pensaré, Draco. Yo en serio quiero ser tu amiga, y aprecio tu intento de cambiar, pero al menos haz que valga la pena.— abrió la puerta y se fue.
Draco suspiró mirando al techo.
[...]
Ruby estaba sentada al lado de Hermione mientras Ron se quedaba dormido en la mesa al igual que Harry pero éste tenía su cabeza apoyada en el hombro de la pelirroja.
Si, la clase de adivinación era la más aburrida de todas.
—¡Amplién sus mentes! ¡Deben mirar más allá! El arte de mirar la bola de cristal yace en abrir el ojo interior. Solo entonces podrán ver. Vuelvan a tratar.— hablaba la profesora Trelawney.— ¿Qué tenemos aquí?
