CAPÍTULO 1

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Magnus POV:

520 a.C.

Abrí los ojos y lo primero que enfoqué fueron dos ojos rojos brillantes mirándome fijamente.

- ¿Quién eres y donde estoy? - pregunté

+ Me llamo Caesar. Estas en Macedonia.

- ¿ Y que hago aquí? - la curiosidad que sentía sobrepasaba la confusión- ¿por qué tienes los ojos rojos?

+ Te traje hasta aquí porque te vi herido en una batalla - (su respuesta atrajo mi atención pues no siento ningún dolor)- y en cuanto a mis ojos, soy, bueno, somos vampiros.

Espera, ¿qué? Me incorporé rápidamente en la cama en la que me había puesto Caesar.

Si bien sabía de su existencia, pues las guerras no se ganan solas, nunca pensé que encontraría a uno, y mucho menos, ser yo uno de ellos.

- ¿Cuánto tiempo llevo aquí? - pregunté

+ Aproximadamente 3 días. Pero antes de que digas nada, como ya sabes, debemos permanecer en la sombra. Ningún humano debe vernos, a no ser que sea nuestra comida.

A pesar de que estaba solo en el mundo, nunca conocí a mis padres, no pude evitar sentir nostalgia al pensar que nadie me echaría en falta.

- Ya ya, ahórrate el sermón que ya lo sé.

Me levanté, y ahora sí, me fijé en mi alrededor. Veía el polvo de la estantería, el polen de las flores y los pasos de los animales del bosque. Lo veía, olía y oía absolutamente. Menos mal que ahora soy inmune a casi todo, porque sino ya me hubiera mareado con este boom de sensaciones.

- Discúlpame que no me he presentado. - Le extiendo la mano- Soy Magnus, el mejor de los guerreros y estrategas. Que cayó herido por una traición.

+ Encantado de conocerte a ti y a tu ego.

No puedo responder nada, porque es la verdad. No por nada me llaman así.

+ Antes de que decidamos si me acompañas o vas por tu cuenta tengo que darte las claves y normas que hay en nuestro mundo. Regla número 1: JAMÁS te expongas ante los humanos. Ellos no deben de saber de nosotros...

Siguió enumerando.

+ ¿Entendido?

- Sí, tampoco es tan difícil. - respondo.

+ Vale, eso zanjado. ¿Te vas o te quedas?

- Me voy, pero primero paso un tiempo contigo hasta adaptarme, ¿te parece?

+ Por mi bien, llevo solo mucho tiempo - eso despertó mi curiosidad.

- Oye, y ¿cuántos años tienes?

+ Alrededor de 300 - joder, y yo que me creía mayor con 26 años.

Salimos del refugio para dar una vuelta, pero ya es imposible ignorar el picor que siento en la garganta.

- Me pica la garganta, ¿es normal?

+ Sí, no te preocupes. Vamos a ir ahora a buscar algo para beber.

Empezamos a correr a una velocidad que jamás pensé que fuera posible. Paramos cuando llegamos a un pueblo lleno de gente.

- Oye, ¿pero no era que no podíamos exponernos?- vaya ejemplo es este tipo-.

+ ¡Cierto! Me olvidé de mencionarte que algunos vampiros tenemos dones que aparecen y se desarrollan al tiempo de la transformación normalmente. Yo tengo uno, la invisibilidad.

Ese don si que me hubiera venido bien en el campo de batalla.

Según me respondió nos acercamos a un callejón y vimos a varios ladrones. Note como mis colmillos salieron a relucir. Miré a Caesar con sus ojos negros, yo los debía tener igual.

Y con un asentimiento saltamos a cazar a la vez.

- Nunca me esperé que la sangre tuviera este sabor - dije mientras me relamía los colmillos.

+ Se nota que lo disfrutaste - dice mirándome de arriba a abajo con diversión brillando en sus ojos.

Seguí su mirada y me di cuenta que la ropa que tenía, que no era mi vestuario legionario. Sino una túnica blanca que estaba manchada de sangre.

Sonreí ladinamente al verme. Luego de avisarle que me iba a cambiar, me fui hacia su casa de nuevo. No sin antes coger algunas prendas que las mujeres del pueblo lavaban.




Besos darks xx.


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