Salgo del castillo de mal humor, lo notan y no interfieren. Vampiros listos.
Tengo hambre, y no puedo comer dentro de las fronteras. Y no creo que salir de la ciudad sea buena idea, no vaya a ser que piensen que me volví a largar después de la pelea. No necesito otro drama ahora mismo. Decido aguantarme y sentarme en un banco, aprovechando el tiempo nublado. Coloco mi tobillo derecho encima de la rodilla izquierda, extiendo ambos brazos y a disfrutar del paisaje.
Aprovecho ese tiempo para pensar en todos los cambios que ha dado mi vida. Mi hijo, del que nadie sabe, tiene una familia un poco disfuncional y estúpida y una posible nuera torpe y con poco instinto de supervivencia. Encontré a mis compañeros, que son tres y son los reyes. Me he reencontrado con viejos amigos y he hecho nuevos. Lo que significa que tengo que asentarme de una vez por todas. No me desanima eso, solo que estoy acostumbrado a una vida donde no hay rutinas, ni vecinos, ni familia. Estoy acostumbrado a mi vida solitaria. Tengo que cambiar mi forma de alimentación. Llevo tres semanas de sequía... si entiendes a lo que me refiero.
Que la mayoría de cosas son probablemente culpa mía, por no dar de una vez un paso a favor de mi relación con mis compañeros. Pero, no estoy acostumbrado a nada de esto.
Lo único de lo que estoy seguro que no cambiaré será mi forma de ser. Porque este soy yo.
No sé cuanto tiempo llevo metido en mis pensamientos, que de repente una figura sentada a mi lado me despierta de mi ensoñación.
La figura pertenece a una mujer, morena de ojos claros, con ropa altamente escotada.
Bajo los brazos y me recoloco para que haya más espacio entre nosotros.
- Perdona.
+ No, no te preocupes no me molesta.
Se hace un silencio un poco incómodo, pero lo ignoro.
+ Oye, ¿eres de por aquí? Es que me acabo de mudar, no conozco muy bien la zona y me vendría bien alguien que me guíe.
- La verdad es que no, pero conozco algunos sitios. Si quieres te los podría enseñar.
+ Me parece genial. Muchísimas gracias de verdad. – mira el reloj – Aunque ahora debo irme. ¿Qué te parece si me das tu teléfono y ya quedamos?
Dudo. No me apetece mucho. Pero un caballero tiene educación.
- Sí, claro. Dame tu móvil.
Me lo da, y lo apunto. Se lo devuelvo y al momento noto que me llega una llamada. "Número desconcido".
+ Era yo, perdona. Era para que tu tuvieras el mío. Bueno, me tengo que ir, ya nos veremos.
No me lo creo mucho, pero vale. Haré como que sí. La agendo como "la pesada del parque" para no responder sobretodo.
Sigo sentado y retomo mis pensamientos. Llegando a la misma conclusión de antes.
Con esto me dirijo al castillo con otro nuevo modo de ver las cosas. En mi camino voy despacio, me fijo en los detalles de esta ciudad.
Me adentro en las puertas y voy entrando por el castillo. Me dirijo a la habitación de los reyes. Porque lo que tengo pensado hacer será mejor hacerlo ahí. Está vacía, seguramente estén en algún juicio. Así que los espero sentado en el sillón individual, mirando por la ventana.
Habrán pasado seguramente varias horas, cuando escucho ruidos por el pasillo. Ahí van llegando.
La puerta se abre y entran los tres, distraídos. Sin darse cuenta de mi presencia.
- Tenemos que hablar, mio re.
Besos darks.
Voten y comenten.
Este capítulo es un poco más corto porque en el siguiente va a aparecer algo de lo quiero preguntarles.
¿Quieren *smut*? ¿O prefieren algo menos... detallado?
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EL ROMANO
FanfictionEn tiempos de la Antigua Roma, el mejor guerrero Magnus, se encuentra siendo vampiro. Tras milenios vagando por el mundo y conociendo gente y especies de todo tipo, llega a Forks. Donde lo recibirán una familia de vampiros con sus problemas.