CAPÍTULO 19

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Vestido con una camisa de botones y pantalones de vestir negros, salgo del vestidor encontrándome a mis tres reyes ya preparados, sentados.

- ¿Qué esperan?

+ A ti, amore – responde Aro.

- Entonces ya podemos irnos. – respondo saliendo por la puerta.

Yo voy al frente con ellos detrás, Aro un poco más adelantado que los otros, pero aún detrás de mí.

Llegamos a la sala del trono y me enfrento a una cosa que no esperaba.

Habían puesto un cuarto trono, al lado del de Aro, para mí, supongo. Lo miro con la boca abierta y le devuelvo la mirada a mis parejas. Me están sonriendo, con una mirada orgullosa por haberme sorprendido de esta manera.

- Esto... ¿Esto es para mí?

+ Obvio, no es que como que lo vamos a rifar – chasquea Caius.

- Era una pregunta retórica, animal. No era para que me respondieras, y menos así. Parece que te hace falta otro polvo para aprender.

No le da tiempo a responder, pues Marcus de adelanta.

+ No le hagas caso, caro. Por supuesto que es para ti. ¿Te gusta?

¿Qué si me gusta? ¡Me encanta! Pero no voy a fangirlear, tengo una imagen que mantener. Recupero mi compostura mental.

- ¡POR SUPUES...! Ehem... Digo, sí. Me gusta. Muchas gracias, no debían de molestarse.

+ Por ti nada es una molestia, caro.

- Marcus, eres muy dulce... A ver si alguien – miro de reojo a Caius, que rueda los ojos- aprende.

Les doy la espalda para acercarme al trono y miro sus detalles. Me pongo de cuclillas para ver los detalles de menor altura, y me quedo sorprendido. Negro y oro. Qué maravilla, pienso mientras repaso con mis dedos los detalles.

- En serio chicos, me encanta. – digo girando la cabeza desde mi posición para encontrarlos detrás de mí. Levanto la cabeza y la mirada para verlos a la cara, porque si no... veo otra cosa.

+ Ya Marcus te lo dijo, re. No tienes que agradecernos nada. Creo que es hora de estrenarlo ¿no crees?

¿Cómo, qué, que fue lo que dijo?

Viendo mi cara de confusión, repitió:

+ Escucho a Felix traer un vampiro para ser juzgado, ¿te unes a nosotros?

- ¡AH! Sí, claro. Por supuesto. Pero ahora vuelvo, voy a buscar la cresta de los Volturi, que no la traje.

Salí de la sala para encaminarme a la habitación donde dejé mi colgante. Lo encuentro guardado en la caja donde me lo entregaron, me lo pongo y regreso.

Abro las puertas de la sala del trono sigilosamente para no interrumpir. Veo que el juzgado es una vampira acusada de cazar a plena luz del día.

Me voy acercando a ellos, los reyes no se dan cuenta concentrados en el delito, pero la acusada, que parece no darle importancia a esto, se gira y me ve.

Ronronea.

+Hola, guapo. ¿Eres nuevo aquí? No te había visto. – dice acercándose a mí, ignorando el hecho de que este puede ser su último día.

- Técnicamente sí. – digo seco y sin imputarme a su presencia que pronto se vuelve cercana e incluso invasiva.

+ Ya decía yo. Me llamo Daisy. ¿Y tú, amour?

- A pesar de que nunca pregunté tu nombre, me llamo Magnus.

Noto la mirada de todos los guardias sobre mí, al igual que la de los reyes. Ninguno dice nada ni se acerca para ver mi reacción, aunque a los reyes no les falta mucho.

Daisy, apoya sus manos en mis brazos y me susurra, inútilmente, al oído:

+ ¿Qué te parece si salimos a dar un paseo, luego?

Me acerco a ella, con mis dedos coloco su pelo detrás de las orejas, y le repaso el contorno de la cara (a esto añadir gruñidos de banda sonora).

- Verás, amor – digo burlonamente – No va a poder ser.

+ ¿Por qué? – responde haciendo un puchero más falso que su inocencia.

- No debería decírtelo, pero entre tú y yo hay confianza ¿verdad? – falseo y ella asiente – Voy a estar ocupado juzgándote.

Sonrío oscuramente. Veo como pierde su sonrisa. Y la mano que repasaba su cara, la agarra del cuello. Acercándome a su cara.

- Así que yo que tu cerraría la boca di merda. - aún con mi mano en su cuello, la arrastro hasta hacerla llegar a su puesto inicial enfrente de mis reyes- Y yo que tú, no les haría otra falta de respeto a los reyes. Claro. Eso sólo es si quieres vivir o morir rápidamente. ¿Esta claro? Te dije que ¿SI ESTÁ CLARO, PUTTANA? – repito al ver que no me responde y ella asiente.

Le hago una seña a uno de los guardias, para que se acerque y la tenga controlada, no vaya a ser que se repita este espectáculo. Y yo me dirijo a mi trono, pasando por Aro que me sonríe locamente, le beso el dorso de la mano, y me siento en mi lugar cruzando las piernas.

- No sé ni lo has hecho, ni he escuchado el juicio. Pero te declaro culpable porque eres una zorra descerebrada que me cae mal. Ya el resto queda en sus manos – señalo a los tres reyes.

+ ¿En serio crees que le declararemos inocente luego de ese lamentable espectáculo? – responde Aro, contando con el asentimiento y, por tanto, apoyo de los otros dos.

Y yo que creí que juzgaban objetivamente. En fin, la hipotenusa.


Besos darks.

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Magnus internamente cuando ve el trono

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Magnus internamente cuando ve el trono.

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