CAPÍTULO 3

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Año 1500

Mientras salgo de la habitación en la que yace mi comida recolocándome la ropa, miro los alrededores para ver si hay gente. Viendo que no, cojo a mi cena y salto por la ventana para meterlo en un contenedor cercano e incendiarlo. Era un hombre de no más de 35 años, moreno y de estatura media.

Porque si hay algo que aprendí de mis queridas rubias es el placer de la caza. Conseguir a alguna persona que llame mi atención para satisfacer mi apetito sexual y de sangre. Y en mi caso, este hombre estuvo bien. Una pena.

Como decía, hace unos siglos dejé a las Denali. Sobretodo después de escuchar algunos planes de adoptar un niño inmortal. Por mucho que las aprecie, aprecio más mi vida y no quiero tener problemas ilegales. Así que viendo el percal que estaba formándose, decidí ir por mi cuenta. Y esta vez más que nunca. Tengo pensado disfrutar de mi soledad, y del buen sexo, durante unos cuantos siglos más.

Todo iba bien hasta que, en mitad de mi camino por el país británico, escucho unos quejidos de dolor. Me adentro en el callejón desde el que provienen los sonidos y los latidos lentos. Me encuentro a un muchacho joven, rubio, de ojos azules agonizando por su vida.

Se ve a leguas que fue comida de algún vampiro que pasaba por la zona.

Me acerqué sigilosamente al chico, hasta que estuve frente a su cara. Él al ver mis ojos grito por ayuda, pero al estar tan desangrado, salió casi como un susurro.

- No te preocupes, todo estará bien – le dije justo antes de morderlo para transformarlo.

Casi al instante su cuerpo cayo inerte en mis brazos. Así que rápidamente fui hasta la habitación de antes y lo estiré en la cama.

Los tres días pasaron y yo me encontraba sentado a su lado, esperando a que despertara. No sé qué me motivó a convertirle. Solo sabía que no debía dejarlo morir siendo tan joven. Y aunque no me dio tiempo a hablar con él, sé que en el caso de que despierte y no quiera continuar su vida como vampiro, seré yo mismo quien termine con su vida.

Sus ojos se abrieron como platos y se sentó rígidamente en la cama observando todo a su alrededor con curiosidad y miedo.

- No te haré daño. Soy Magnus y soy quien te ha convertido en lo que eres ahora, un vampiro – dije antes de que me bombardeara a preguntas.

+ Hola... soy Carlisle – dice inseguro – Gracias por salvarme... a tu manera.

- No te preocupes por nada, te vuelvo a repetir. Y antes de que te cuente lo que debes saber. ¿Estas conforme con lo que eres? Porque si no es así, igual que te di esta vida te la puedo quitar– vaya, eso sonó más siniestro de lo que esperaba. Si fuera posible le hubiera recorrido un escalofrío por la espalda.

+ Eh... sí...no...no sé... ¿He de asesinar humanos para vivir? – responde con un reflejo de culpa en los ojos.

- No tienes por qué. En mis varios milenios de vida he visto y descubierto muchas formas de alimentación. Puedes alimentarte de animales, yo la probé una vez y es repugnante para mí. Pero viendo tu situación creo que podría valerte. Aunque eso sí, serías el primer vampiro con esta dieta.

+ ¡Gracias! – dice efusivamente mientras me abraza. Yo me quedo tieso, y viendo que no me suelta, le doy dos palmaditas en la espalda con una de mis manos.

- Eaea, ya está...

Después de ese momento ciertamente incómodo para mi gusto, pues no soy de demostrar cariño (al contrario, los que me conocen me describirían como alguien serio, imponente y rudo) fuimos a cazar al bosque más cercano que estaba a unas dos horas a velocidad vampírica. Yo ya estaba saciado con el muchacho de antes, así que dejé que su sed de recién nacido se saciara con algunos animalillos.

Han pasado ya varias décadas desde que Carlisle se uniera a mi vida, interrumpiéndome los planes de soledad. Sin embargo, no me arrepiento. Se ha convertido en un fiel amigo, tanto hemos estrechado nuestra relación que me llama "padre".

Y creo que volveré a mi soledad porque Carlisle tiene planes de unirse a los Volturi, algo con lo que no estoy de acuerdo. No nada mejor que la libertad, pero él está seguro de su decisión, queriendo aprender más. Yo no voy a deternerlo.

+ Adiós padre, y espero me perdone por dejarlo.

- No hay nada que perdonar, figlio. Te apoyaré en todas tus decisiones aún si no estoy de acuerdo. Cuídate, y ya sabes cómo encontrarme – le digo mientras le entrego un collar mágico- Sólo toca el collar durante varios segundos y háblame, que yo te escucharé.

+ Gracias.

Y después de un abrazo, lo veo partir.

Vuelvo a estar conmigo mismo.




Besos darks xx.

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