CAPÍTULO 13

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Al girarme completamente los vi mirándome desde la orilla. Los tres reyes solamente.

¿Y Demetri? Bueno, creo que debo preocuparme por otra cosa en este momento, no de dónde está ese idiota.

- Tanta eficacia, y se tardaron en encontrarme, compagno.

+ ¿Por qué te fuiste? – dice Caius ignorándome.

- Tenía que... arreglar unos pendientes, digamos – miento - ¿Por qué? ¿Me echaron de menos?

+ ¡¡Podrías habérnoslo dicho aunque sea!! ¡¿Acaso sabes lo preocupados que estábamos por ti?!

- Relájate, ya me encontraron ¿no? Eso es lo que importa.

Obviamente no iba a desverlar mis verdaderos motivos. No quiero espantarlos antes de siquiera conocerlos.

+ Vámonos ya para el castillo, caro. Allí hablaremos con tranquilidad – dice Marcus al darse cuenta que seguía mirando con intensidad a su hermano el rubio.

Asiento con la cabeza para ir nadando hacia ellos hasta donde hacia pie. Una vez allí comencé a caminar hasta el suelo firme. Según iba avanzando se iba descubierto mi cuerpo y ellos no esperaban mi desnudez parece. Tampoco les molesta. Noto a Marcus mirando hacia otro lado, dándome privacidad, que caballero. Mientras Aro y Caius que recorrían con la mirada, aunque este último era el más descarado.

Casi se les salen los ojos cuando salí por completo del agua y veían que me dirigía a ellos.

+ ¿Qué...ha... haces? – pregunta/tartamudea Marcus cuando llego a su altura casi.

- Coger mi ropa, querido. ¿O pretendes que vaya hasta Italia así? – elevo las manos y me señalo el cuerpo con una ceja alzada.

+ ¡NO! Digo no, preferiblemente con algo de ropa.

- Eso pensaba, ¿me la das? La ropa digo.

+ S...sí, claro. Toma.

- Gracias – digo mientras me coloco la ropa y me echo el pelo para atrás.

Al parecer mis pintas les parecen atractivas, porque noto tres pares de ojos dilatados. Y es que tengo la ropa pegada al cuerpo, y se marca hasta el alma.

Ignorándolos, me adelanto a ellos y me encamino en búsqueda de Demetri.

- Vámonos.

Corro a mi máxima velocidad y llego a Italia antes que ellos. Me adentro en el castillo sin oposición y les espero sentado en los sillones de una biblioteca que encontré.

Al minuto llegan ellos y cierran la puerta, lo que me hace suponer que está insonorizada la habitación, porque sino sería una pérdida de tiempo.

Ellos se sientan en los sillones enfrente de mí.

- ¿Tienen algo que decirme? Porque antes no nos dio el tiempo – digo esto último mirando fijamente a Aro, que aparta la mirada avergonzado.

+ Sí. Nuestra intención era conocernos un poco y establecer la relación.

- Sé muchas cosas sobre ustedes. Gajes de ser los reyes, hay mucha información de ustedes que he recibido en las calles y al verlos. – les digo. – Por saber, sé que ustedes tienen esposas. – miro a Caius y a Aro.

+ ¡Tuvimos! Ya estamos divorciados. Nos casamos esperando que la necesidad de un compañero disminuyera, pero cada vez que nos acercábamos aumentaba más. Y hace un par de siglos nos separamos, aunque ellas siguen rondando el castillo. Son parte de la guardia.

- Tranquilo, no me des explicaciones de tu pasado. Que yo tengo el mío. Mientras me respeten el tiempo que esté por aquí, por mí todo bien.

+ ¿Pasado?

- Sí. Viendo que sé muchas cosas de ustedes, me parece justo que les cuente un poco sobre mí. Mi nombre es, como saben, Magnus. Aunque me conocen como Romano. Nací en el 536 a.C. y me convirtió Caesar con 26 años, al ser herido de muerte en la guerra. Tengo dos dones: copia y espejo. El primero que me permite tener el don de cualquier vampiro con al que miro fijamente. Y el segundo es el mío original, que trata de tener un escudo que proteja y a su vez rebote el ataque hacia el atacante. A parte de una fuerza y agilidad que mayor a cualquier ser. He sido nómada durante la mayoría de mi existencia y mi forma de alimentarme se la copié a las súcubo.

Según digo esto sus rostros se endurecen. Saben lo que eso significa.

- Pero viendo que ahora tengo compañeros para satisfacer esas necesidades, creo que puedo ir únicamente por la sangre.

Omito mi relación con Carlisle, pues quiero mantenerlo así, en secreto de todos.

+ Vaya... Has estado rondando muchos años por aquí. Lamentamos no haberte encontrado antes – dice Marcus, pero le quito importancia con la mano.

- Cinco minutos aquí y ya me llaman viejo, que bonito.

+ ¡NO! No quería decir eso. Lamento que mis palabras hayan podido dar a entender eso.

Se lo toman todo muy en serio. Mi sarcasmo y yo lo vamos a pasar muy bien por aquí.


Besos darks.

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