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¿Qué pasaría si los mejores criminales del país trabajaran juntos por un fin desconocido?
Sin embargo, todo oscurece cuando un nuevo propósito le da fin al mundo que creían conocer. Años atrás, el señor Wolf reunía a los seis nombres más buscados...
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L I L I T H
—Pasaré la noche aquí —sentencié, avanzando por el pasillo del hospital—, Némesis necesita descansar.
—No sé si Wolf estará de acuerdo, Lilith —dijo Atenea, mordisqueando su labio inferior, sosteniendo la mochila sobre su hombro derecho.
—De eso me encargaré luego, pero él pasó dos noches aquí y necesita una cama.
Me detuvo, tomando una respiración profunda.
—No quiero que tu vida peligre, puedo quedarme aquí y suplantarlo, no es necesario que te quedes sola.
—No estaré sola, Atenea.
Continué mi camino hasta la sala donde descansaba Asmodeo. Despertó esta madrugada y volvió a caer inconsciente, su cuerpo estaba intentando recuperarse de las golpizas que le dieron. No sabíamos nada de lo que sucedió, no fuimos capaces de abrumarlo a preguntas. No había ningún tipo de pista o alguna sospecha, sus atacantes estaban prófugos. No teníamos idea de qué encontró en el burdel, no había nada fuera de lugar.
Entramos en la habitación, con una bolsa de Starbucks en mano y una mirada compasiva. Aunque no quisiera demostrarlo, Némesis estaba agotado. Dormir en el sofá de un hospital era insoportable.
—Te trajimos el desayuno.
Lo recibió con una mueca agradecida.
—Gracias.
—Gracias por quedarte —Atenea dejó una mano en su espalda.
Me acerqué a la cama rodeada de artefactos médicos, observando su rostro repleto de heridas cerradas. Las mías estaban recuperándose también, aunque la primera noche no pudiera dormir. Su rostro ensangrentado aparecía en todos lados. La culpa estaba en cada rincón al que volteara.
—No necesitan ocultarse, no le diré a nadie.
Entrelacé su mano con la mía, observando sus ojos cerrados.
—Asmodeo, por favor.
—Lilith —Agares intentó apartarme, pero no se lo permití.
Esto era mi culpa.
Esto era mi culpa.
Esto era mi culpa.
—No llores por mí, preciosa.
Intentó abrir sus ojos mientras tosía, esforzándose por mirarme. Las lágrimas cayeron por mis ojos, sin detenerse. No pude contener el primer sollozo, poniendo todo mi esfuerzo para no caer. Para no caer en los brazos de nadie más. Para no odiarme tanto como lo estaba haciendo ahora mismo.
