C a p i t u l o: 7

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CAPÍTULO 7: "WÖLFE"

CAPÍTULO 7: "WÖLFE"

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L I L I T H

—Va a traicionarte. Y no me sorprendería que su esposa guardara más. —Lo observé rodar los ojos—. ¿Por qué estás tan inconforme con lo que te estoy diciendo?

—Tengo a más de veinte mil hombres formados por los alrededores de la avenida.

—Estoy más que segura de que te defenderán, pero sabes con quién se asoció. Tú sabes lo importante que será después, cómo estarás buscándolo por cada maldito rincón de Toronto.

—No lo sé, Jessica, pero tengo muy claro cómo funcionan las cosas aquí.

—También lo sé, y por eso te estoy planteando esto —suspiré—. Weiner debe de saberlo, Dominick.

—¿Estás segura? —Se dio la vuelta—. Suena muy hipócrita viniendo de ti.

—¿Quieres dejar de jugar? Esto es importante.

Dio algunos pasos hacia mí, empujándome hasta que mi cabeza golpeara contra la puerta de madera. Presioné mis ojos ante el dolor, pestañeando para poder ver su rostro con claridad. Sin poder respirar, clavé mis uñas en la mano que apretaba mi cuello.

«Lo sabe.»

Intenté con toda mi fuerza activar el auricular en mi oreja, pero me fue imposible. El oxígeno no llegaba a mis pulmones mientras mi corazón bombeaba con fuerza.

—¿Te parece que estoy jugando, Lilith? —Sentí un escalofrío recorrerme la columna y, por más que luchara, nada lograba detenerlo. Tenía la ventaja—. ¿O debería decir ... ?

Sus labios susurraron mi nombre, justo cuando el aire se extinguió en mis pulmones.

Me incorporé rápidamente sobre la cama, sosteniendo la piel de mi cuello. Aún sentía sus dedos clavarse sobre mi garganta. Respiré profundamente, deslizando mis manos por las sábanas. Tomé aire una, dos y tres veces más. Igual de indefensa que en mi propia pesadilla, con el corazón luchando para salir de mi pecho, bombeando con excesiva desesperación, pasé ambas manos por mi rostro.

Todo el estrés de los últimos días estaba matándome.

La puerta del baño se abrió cuando miré la hora en el reloj, que marcaba las cinco y diez de la madrugada.

—¿Todo bien? —pregunté mientras ella se acomodaba el top deportivo.

—Sí, no he dormido nada, pero ya no tiene caso que intente hacerlo.

Me quité las sábanas de encima.

—¿Los chicos ya se encargaron?

—Sí —asintió antes de encender su laptop—. Tengo que admitir que extrañaba hacer esto. —Se detuvo a murmurar:— Más si tiene algún otro propósito.

A N A R Q U Í A ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora