C a p í t u l o: 3

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CAPÍTULO 3: "CHASSEUR"

CAPÍTULO 3: "CHASSEUR"

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¿?

—Anderson —asintió mi compañero—. Trabaja contra Dominick Anderson. La joven enmascarada bajo la identidad de Jessica Mannor, era una mujer difícil de roer.

—Eso lo sabemos —empuñé mi mano derecha—. ¿Cuál es su identidad?

—Todavía no tenemos esa información, señor.

Mi puño se estrelló contra la mesa frente a nosotros. La computadora tembló como sus músculos débiles, tensos por el miedo.

—¿Para quién trabaja?

Mis pupilas se clavaron contra sus finos lentes negros, que estaban hechos pedazos sobre la mesa. Los usaba para cubrir el moretón en su ojo derecho.

—Eso tampoco lo sabemos, señor.

—Son unos idiotas.

Mis pasos firmes se alejaron de él.

—Pero... Tenemos una imagen de quién trabaja con ella.

Mis pies se detuvieron cuando giró la pantalla hacia mí.

—No sabemos su nombre, pero sospecho que puede ser su pareja. —La foto exponía a la castaña, junto a un joven de cabello negro. Ella lo atraía del cuello de su abrigo para besarlo—. En varias de las fotos comparten un vínculo íntimo.

Mi vista cayó sobre el tipo, como si pudiera explotar su cabeza por el simple hecho de estar cerca de ella. De sonreírle como si le perteneciera.

—¿No hay algo más de ella por saber?

—No, señor. Sólo tenemos muy presente que no es como cualquier otra sicaria o criminal a la que hayamos manejado. No solo quienes la tienen y la buscan... Ella es peligrosa.

—Cualquier cosa que sepas, me llamas.

—Sí, señor.

Mis pasos se encaminaron al pasillo de luz tenue. Trabé la puerta de la habitación, sosteniendo su foto frente a mis ojos.

—Es una pena que creas que el mundo está a tus pies, cariño.

Sus pupilas, del castaño más claro, me tenían cautivado. Su cabello lacio y aquella sonrisa que incitaba a cometer los pecados más profundos. Hipnotizado. Me tenía más que hipnotizado. Sus labios tenían esa curvatura que me sentenció a una necesidad de lastimarlos hasta sangrar o dejar que rodearan mi polla, acumulando sus súplicas en el interior de su garganta. Deseaba ver sus ojos llorosos, suplicando que dejara de embestirla como animal. Podía sentir lo lujurioso que sería tenerla enfrente, deslizando mi lengua por su piel de porcelana, soltando miles de groserías con su candente forma de pronunciar las palabras.

Desabroché el cinturón que estaba matándome. La tela estaba apretando contra mi piel de forma abrumadora.

Sus ojos claros se veían más oscuros cada vez que los detallaba, soñando con los fantasmas de tenerla esposada a mi cama. Mi mano moviéndose alrededor de mi polla, imaginando cómo se sentiría destruirla en mil pedazos. Ver sus ojos enrojecidos y rotos, admirando la agonía y el dolor. Otro gruñido escapó de mi garganta mientras imaginaba lo excitante que sería corromperla en mil pedazos... Destruir a una mujer tan hermosa como ella.

Hacerla gritar tan fuerte como para drenar toda su fuerza. Desgarrar su garganta hasta deshacerla. Hacer que sus rodillas tiemblen, que no sea capaz de ponerse de pie. Marcarla, como si fuera un lienzo en blanco.

Sus curvas y su sonrisa maliciosa, aceleraron mi respiración mientras la longitud sobre mi mano anhelaba penetrarla con fuerza, arrematando hasta que sus piernas tiemblen y lloriquee mientras su pecho se aplasta sobre el escritorio.

Dejé caer mi cabeza hacia atrás, intentando regular los latidos de mi corazón. Tomé una bocanada de aire, jadeando.

—Ich werde dein kostbares Blut durch meine Finger fließen lassen, Hübsche.

«Dejaré que tu preciosa sangre fluya entre mis dedos, preciosa.».



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