XLIV: Realidad

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«Aceptamos la realidad del mundo que nos presentan

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«Aceptamos la realidad del mundo que nos presentan

-Ed Harris.

─《♡》─

La rubia caminaba en dirección a la casa de su novio, cuando un niño en una bicicleta paró a su lado.

─Oye, ¿me aceptas un periódico? Es el último que me queda. ─la miró con los ojos brillantes.

La ojiverde le sonrió.

─Claro, pero no tengo dinero. ─le sonrió con algo de pena.

Sí tenía dinero, pero no le daría a un niño de no más de diez años billetes de a cien dólares.

─Está bien, no hace falta, solo quiero terminar. ─soltó una risita divertida, tendiéndole un periódico.

La rubia asintió y tomó lo que el niño le tendía. A penas lo agarró, el pequeño avanzó con su bici calle abajo. La chica continuó con su camino hacia la casa de su novio mientras le daba una ojeada a la primera página del periódico, intentando enterarse de lo que pasaba en su país y en el mundo.

Sin embargo, la impresión que se llevó de su primera vez leyendo un periódico no fue nada agradable. Había noticias espantosas, que ella jamás había imaginado que podían ocurrir. Sus ojos no tardaron mucho tiempo en cristalizarse, dejando escapar una pequeña lágrima que secó al encontrarse frente al portón de la casa de su novio.

Tocó el timbre, ya que el portón estaba cerrado esta vez. Este fue abierto por el ojiazul, quien, al verla, la abrazó inmediatamente.

─Bebé, ¿Qué pasó? ¿Por qué estabas llorando? ─la miró, acunando las mejillas de su novia entre sus manos.

─Y-yo... ¿por qué nadie habla de todo lo que pasa en el mundo? ─preguntó en un murmullo.

El pelinegro se sintió perdido por unos segundos, hasta que vio lo que la rubia tenía en su mano. Tomó el periódico rápidamente y se lo sacó sin ser muy bruto, cuidando de que ella no se asuste. Observó la primera página y suspiró, sabiendo qué ocurría con ella.

─Ven, Betts, mamá y papá no están, no sé a dónde fueron, y Jelly está en casa de Nick. ─comentó mientras se adentraban por el sendero hacia la puerta de la casa.

Entraron a la casa del pelinegro y se sentaron en el sofá de la sala. Él soltó un suspiro, viendo su mirada perdida, le tomó de la mano y acarició esta.

─Bebé, mírame. ─murmuró, ella lo miró con los ojos aguados─. No llores, mi amor.

─¿P-por qué el mundo es así? ─susurró con la mirada en el periódico─ ¿Sabes qué es lo peor? Qué este periódico me lo dio un niño, un niño que lee todos los días noticias como estas y, aún así, tiene que salir a la calle a entregar todas estas cosas a personas que, seguramente, leen lo que dice y no hacen nada por cambiarlo.

little innocent | bughead #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora