XXVII: Familia ¿feliz?

255 17 156
                                    

«La mano que mece la cuna rige el mundo»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«La mano que mece la cuna rige el mundo»

-Peter de Vries.

(En la nota de abajo les explico el por qué de esta frase)

─《♡》─

La rubia se tensó al sentir la mirada del adulto sobre ella. El pelinegro la escondió detrás de él en signo de protección.

Se sentía confundido: ¿Qué hacían sus tías y abuelos allí?

─Oh, cállate, Forsythe. ─bufó una adulta mientras se levantaba y se acercaban a su nieto─. Hola, Jug, hace cuánto que no te veo. ─dejó un amoroso beso sobre su mejilla.

El ojiazul sonrió.

─Hola, abuela, ¿cómo te encuentras? ─la abrazó sin soltar la mano de la rubia.

La ojiverde sonrió al verlo sonreír a él.

─Bien, muy bien. ¿Quién es esta chica tan bonita? ─preguntó cuando se separaron, mirando a la rubia sonrojada hasta la médula con dulzura.

─Es Betty, mi novia. ─miró a la rubia─. Ella es Marie, mi abuela. ─las presentó.

─Un gusto, señora Jones. ─saludó la rubia.

─No me digas señora Jones, mejor dime Marie. ─le dijo, la rubia asintió─. Es un placer, linda. ─le sonrió amablemente, la menor le devolvió la sonrisa.

Marie Baker de Jones, una mujer amable, dulce, que tenía suficiente amor para todo el mundo y amaba hornear pasteles. Daba la vida por sus nietos. Todo lo opuesto a su esposo Forsythe Pendleton Jones I, un hombre que vivía haciéndole bromas incómodas a todo el mundo, nadie le caía bien y no tocaba una cocina ni de chiste. ¿Jughead? Se podía ir bien al infierno si fuera por él.

─Vengan con nosotros, chicos. ─animó la mayor, volviendo a su lugar en el sillón individual.

La rubia y el pelinegro se miraron, algo incómodos. No sabían si era lo mejor una charla familiar sin solucionar lo que provocaba esa tensión entre ellos.

─Eh, lo lamentamos, pero tenemos muchas cosas que hacer. ─intentó excusarse el pelinegro.

Su madre sonrió.

─Pero vamos, pueden hacerlas luego, ¿sí? ─ladeó su cabeza de forma inocente.

Algo andaba mal entre los enamorados y ella lo sabía, se notaba por la manera en la que se miraron, además, esa mujer tenía un detector de ocasiones oportunas para joder a Jughead.

El ojiazul suspiró y volvió a mirar a su novia, esta asintió lentamente y ambos ingresaron a la sala, sentándose en dos sillas junto a la abuela del pelinegro.

little innocent | bughead #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora