XXXVIII: No puedo

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«La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce

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«La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce

-Jean-Jacques Rousseau

─《♡》─

Luego de quitar su camiseta, el pelinegro se posicionó sobre ella, besando sus labios, mientras paseaba sus manos por sus piernas lentamente, hasta llegar a su cadera, se detuvo a jugar con el elástico de sus bragas y subió para acariciar su abdomen.

─Juggy... ─jadeó cuando este comenzó a besar su cuello.

─¿Sí, mi vida? ─preguntó en su oído con la voz ronca.

─Baja más, porfis. ─musitó.

El ojiazul sonrió y fue bajando sus besos, pasando por el valle de sus pechos, creando un caminito de besos húmedos hasta el inicio de sus bragas. Él llevó dos de sus dedos hacia su centro y la acarició sobre sus bragas, haciéndola soltar un gemido y apretar sus ojos.

Continuó acariciando con su pulgar mientras dejaba besos y pequeñas mordidas en la cara interna de sus muslos.

─Juggy, más. ─gimió bajo.

El mayor sonrió e hizo a un lado las bragas para penetrarla con dos de sus dedos, llevando su boca hacia su clítoris. La rubia gimió con fuerza, arqueando su espalda.

─¿Así, bebé? ─preguntó sin separarse de su intimidad.

─S-sí, uhg. ─gimió, llevando sus manos a los cabellos del pelinegro para acercarlo más.

Unos momentos más tarde, la rubia soltó un gemido cuando un latigazo de placer la recorrió y-

La menor se levantó de golpe, sentándose en su cama con la respiración agitada y la cara roja.

¿Qué había sido eso?

«¿Te parece adecuado tener esos sueños con tu novio a 5,834 kilómetros?» le dijo su subconsciente.

La rubia soltó un suspiro entrecortado, tomando su celular para ver la hora. ¿¡Eran las diez!? Había dormido una hora nada más, esto significaba que en París eran las cuatro de la madrugada. Bufó al saber que no podría llamar al ojiazul.

Se sentía rara, se sentía como cuando Jughead la besaba de esa forma antes de hacer el amor. Su respiración convertida en jadeos, sus manos algo temblorosas, su cara roja y... estaba algo sudorosa, también sentía una leve presión en su vientre bajo.

Pegó un saltito del susto cuando su celular vibró en su mano con una llamada del ojiazul, la contestó al instante.

─Hola, mi amor. ─saludó él.

─H-hola, ─suspiró al ver que su voz se entorpecía─ ¿Qué... qué haces despierto, Juggy? ─miró sus sábanas rosa, jugando con estas.

─La verdad, no lo sé, me levanté de la nada pensando en ti. ─soltó una risita.

little innocent | bughead #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora