libro independiente
༄࿐*⸙͎✰
él era la noche.
ella era su pequeña luz de luna.
su inocencia lo resguardaba.
su fuerza la protegía.
por separado, eran fuertes,
pero juntos... juntos eran invencibles.
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historia original de -titalo
prohibida copia...
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«Soy lo que sobrevive en mí»
-Erik Erikson.
─《♡》─
El pelinegro se posicionó sobre la rubia y le quitó su cárdigan con lentitud. Tiró la prenda por alguna parte de la habitación y bajó a besarla, mordiendo suavemente su labio inferior, arrancándole un jadeo.
Bajó sus besos por su cuello, deteniéndose a dejar pequeñas y suaves mordidas en su clavícula mientras que, con una mano, bajaba la manga del vestido por su hombro, que era una tira fina.
─Juggy... ─gimió levemente.
Punto débil.
El ojiazul sonrió y bajó la otra manga, acariciando su brazo. Deslizó el escote del vestido hacia la cintura de la rubia, revelando sus senos, ya que no llevaba sostén, descendió sus besos por su pecho. Se detuvo en su pecho izquierdo, besando y mordiendo la piel de éste.
─Juggy, Juggy. ─gimió algo desesperada, cuando sintió al pelinegro jugar con su pezón.
Con su mano derecha, masajeaba su seno derecho, haciéndola gemir. La rubia se retorcía debajo de él, soltando pequeños sonidos de placer que eran música para los oídos de su novio.
Luego de encargarse de ambos senos, tiró el resto del vestido hacia abajo, sacándolo del cuerpo de su novia, dejándola con sus bragas y sus zapatos. Se arrodilló frente a ella, desató sus borcegos y se los quitó con velocidad.
Cuando una brisa fresca entró por la ventana, la rubia se estremeció. El mayor soltó una risita y se levantó para cerrar la ventana. Al volver con la rubia, quitó los regalos, dejándolos en el suelo y volvió a ponerse sobre ella, besándola mientras llevaba dos de sus dedos hacia su intimidad cubierta por sus bragas celestes.
Comenzó a hacer movimientos circulares sobre la tela, haciéndola jadear. Ella llevó sus manos hacia el inicio del buzo blanco del pelinegro y tiró este hacia arriba, queriendo quitarlo, el mayor la ayudó, sacándose este y su camiseta a la vez.
Mientras la rubia pasaba sus manos por su pecho, el ojiazul metía su mano dentro de sus bragas, tocándola directamente, haciendo círculos y jugando con su punto sensible.
La menor gimió, pasando sus uñas suavemente por los abdominales marcados de su novio.
