libro independiente
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él era la noche.
ella era su pequeña luz de luna.
su inocencia lo resguardaba.
su fuerza la protegía.
por separado, eran fuertes,
pero juntos... juntos eran invencibles.
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historia original de -titalo
prohibida copia...
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«Ningún amor es tan grande como el que tiene un padre por su hijo.»
-Dan Brown.
─《♡》─
Días más tarde, los tres ya se encontraban en su departamento. El pequeño Jaden ya tenía dos semanas de nacido y sus padres no podían estar más enamorados de su bebé. Principalmente el ojiazul, quien no se despegaba de su bebé en ningún momento.
Ahora mismo, el pequeño se encontraba acostado en su cuna con el ojiazul mirándolo, jugando con él.
─Hola, pequeño Jay, ¿Cómo estás, mi bebé? Te amo, ¿sabías? ─sonrió enormemente cuando lo vio esbozar una pequeña sonrisita.
─Un bebé que debería haber nacido hoy, cumple dos semanas. ─oyó la voz de la rubia y se giró hacia ella, mirándola recostada por el marco de la puerta.
El pelinegro soltó una risita.
─Tú deberías estar acostada. ─comentó.
─Y tú deberías estar abrazándome. ─rebatió ella.
El mayor sonrió levemente.
─Es que despertó y me tenté. ─hizo un puchero.
─Eres un obseso, te tiene en la palma de su pequeña mano. ─murmuró, observando cómo él tomaba al pequeño de la cuna y se acercaba a ella.
─Sí... puede ser. Ahora vamos, la doctora dijo reposo y no paras de moverte. ─bufó.
─Yo hago reposo si tú me abrazas, pero siempre te vas. Lo prefieres a él. ─se cruzó de brazos.
─Betts, bebé, si yo me quedo acostado abrazándote todo el tiempo que tú quieres, nadie limpiará ni cocinará en esta casa. ─rió.
La rubia rodó sus ojos mientras se adentraban a la habitación, ella se acercó a la cama para acostarse en esta, el pelinegro cerró la puerta con seguro y fue hacia el armario para buscar una almohada especial para que su hijo se pudiera acostar. Sabía que no la utilizaría, pero la rubia siempre lo obligaba a ponerlo en esta almohada.
Fue a acostarse en la cama, con cuidado, se puso semiacostado sobre unas almohadas, dejó a su hijo bien acomodado en su pecho y rodeó a la rubia con uno de sus brazos, dejando que se acueste en su hombro.
─Estaba pensando, deberías contratar a alguien para que limpie y haga las comidas, ahora que comenzarás a trabajar. ─murmuró ella, acomodándose contra él.
