LVII: Regalo de Cumpleaños

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«La familia es una de las mejores obras de la naturaleza

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«La familia es una de las mejores obras de la naturaleza.»

-George Santayana.

─《♡》─

Los meses pasaron y ya se encontraban en el mes de julio. Era primero de julio a las diez y media de la noche. Para ser exactos, una hora y media antes del cumpleaños del ojiazul.

La rubia ya tenía una gran panza de embarazo de ocho meses y tres semanas. Así es, estaba a una semana de los nueve meses y a dos semanas de la fecha en la que se llevaría a cabo su cesárea.

Ya le costaba caminar muchísimo más que tres meses atrás, sentía que se le agotaba el aire con rapidez si se movía un poco más de lo normal, sus estrías se habían expandido por sus caderas y sus senos habían crecido considerablemente.

En este momento, se encontraban acostados en la cama de su habitación mirando una película, bueno, ella estaba semiacostada sobre unas almohadas como siempre, mientras él estaba a su lado con una mano en su vientre, sintiendo cómo su hijo se movía.

─Jug, tu hijo no me deja en paz. ─se quejó la rubia con un puchero.

El pelinegro soltó una risita.

─Déjalo, está en su espacio.

─Pues, le voy avisando que su espacio es mi vientre. ─bufó, llevando una mano a la parte superior de su vientre, donde se sentían los movimientos─. Jay, hijo, ¿Quieres dejar de moverte? ─murmuró acariciando suavemente.

De pronto, se dejaron de sentir las patadas de su bebé.

─Ya tiene claro quién no lo va a dejar comer muchos dulces. ─comentó divertido el ojiazul y dejó un pequeño beso en el vientre de la rubia.

El pelinegro, sin quitar su mano del vientre de su novia, volvió a centrarse en la película que estaban mirando. La rubia se dedicó a observarlo a él, sus largas pestañas, su nariz perfilada, sus labios rosados, sus ojos azules y el lunar en su mejilla, junto con sus pequeñas, casi invisibles, pequitas.

Adoraba esos detalles en él que solo ella podía admirar de cerca, cada vez que lo besaba, cada vez que se acostaban frente a frente o, simplemente, en esos momentos en los que se quedaban mirando, diciéndose mil y un cosas con la mirada.

─¿Y tú sí le vas a dejar comer muchos dulces? ─preguntó.

Él asintió lentamente, concentrado en la escena de acción de la película.

little innocent | bughead #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora