Reuniones

738 81 0
                                    

El salón de eventos se ubicaba a veinte minutos del centro de la ciudad. Como era de esperarse, los invitados comenzaron a llegar apenas la puesta del Sol.

—Me alegra que hayas podido venir —expresó Irene luego de recibir en recepción a Jennie.

—No podía ser de otra forma. Gracias por la invitación.

—Ven. Acompáñame. Quiero presentarte a mis padres.

—Auch —hizo un gesto de falso desagrado—. Eso se escuchó bastante serio. ¿Estás segura de que no te gusto?

—¿Qué dices? —la observó sorprendida y algo ruborizada. Cosa que no pasó desapercibida para Jennie quien intentaba soportar la risa—. Yo no...

—Solo bromeaba. Deberías ver tu rostro. Estás muy rojita.

Irene sacudió su hombro en un sutil golpe que hizo avivar más la sonrisa burlona de la otra.

—Ya me había dicho Rosé que eres la bromista de la familia Kim.

—¿Eso te dijo? —sonó indignada—. Creo que tengo que hablar muy seriamente con ella.

—jajaja. Ya, vamos de una vez.

Atravesaron medio salón hasta una de las mesas dónde una pareja se encontraba.

—Te presento a mi papá, Bae Min-Joon y mi mamá, Bae Ji-eun — Irene volteó a ver a sus padres—. Ella es Jennie Ruby Kim, prima de la esposa de Rosé.

Ella, con alegría, agradeció la invitación a su evento privado, pues viendo de reojo sus alrededores, notó que era un número reducido de personas quienes compartían el recinto.

—Es un gusto que nos hayas podido acompañar. Nuestra pequeña fue la que se encargó de darnos, está sorpresa, no imaginamos que reuniría a nuestros viejos amigos. La mayoría está como nosotros... —el señor Bae levantó la copa a modo de saludo a una de las personas de las mesas centrales—, a un paso de la prehistoria.

Todos rieron por el comentario tan ocurrente del hombre. Su semblante era animado y sobre todo feliz de que su familia —porque así consideraba a todos— estuvieran presentes en un día tan especial para él.

—Por favor, hija. Siendo una amiga cercana de mi pequeña Irene, acompáñanos a la mesa.

—Será un honor —sonrió amable.

Tomó asiento a un costado del matrimonio Bae. Como buena anfitriona, Irene comenzó a hablar un poco de su convivencia en su país natal. Y aunque no fueron tan cercanas, la raíz de su amistad se debió al noviazgo —ahora matrimonio— de su amiga Rosé con la prima de Jennie, Jisoo Kim.

—Parece increíble que ya pasaron varios años desde que nos mudamos aquí y las personas que dejaron allá sigan conservando un lazo fraternal tan fuerte como en el principio —expresó la señora Bae, nostálgica y feliz de que su hija tenga buena relación con sus propias amistades.

—Lo sé, mamá. Pues, aunque nuestras reuniones no son tan frecuentes, estoy feliz de que sigamos en comunicación. Además, aquí tengo a Lisa y ahora, a la entusiasmada Jennie.

—¡Oh, sí que sí! —intervino Jennie alegre—. Y créeme que seré como una piedra en el zapato. Me conocerás muy bien, ya lo verás.

—¡Dios! Tengo miedo —Todos en la mesa rieron animados. Desviando la atención a los meseros que venían con las charolas a servir.

Entre lo que estaban en eso, Jennie no perdió tiempo en seguir observando a su alrededor y luego su reloj. ¿Es que acaso, Lisa aún no llegaba? Pensó que sería una de las primeras en asistir y se sorprendió al saber que aún no aparecía. Por otro lado, estaba la inquietud de verla llegar acompañada de alguna persona ajena a su conocimiento. Esa sí que sería una sorpresa para ella y no sabría cómo manejar la situación.

Segundas oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora