Oportunidad

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La joven doctora permanecía sola en la mesa. Las cafeterías solían ser su segundo sitio favorito después de su cama. Y es que por su trabajo, muy pocas veces tenía la oportunidad de disfrutar un tiempo libre. Y que fuera con alguien a quien apreciaba lo hacía mejor.

Parecía concentrada, muy atenta a su costado, dónde varias personas esperaban ser atendidas. A ella no le importaba lo que sucedía en sí. Su principal enfoque se hallaba en la mujer que recibía su pedido luego de haber pagado.

La morena se percató de que alguien la observaba. Instintivamente, el primer lugar al que volteó fue a la mesa donde Sana la esperaba. Sonrió, recibiendo el mismo gesto de parte de su compañera.

Después de haber comido algo que extrañamente no pidió, decidieron salir a caminar. El parque fue su primer destino, aunque luego de recorrer prácticamente toda la cuadra, a Jennie le pareció buena idea entrar a una cafetería.

—Aquí tienes —extendió el vaso a su frente.

—Gracias —le dio un sorbo. Una pequeña sonrisa asomó en su rostro. Había recordado el café que le gusta beber—. Está delicioso.

—Sabía qué te gustaría —De igual forma bebió del suyo. Ya era un poco tarde. La vista tras el ventanal comenzaba a teñirse de oscuridad. Incluso, los faros que alumbraban las calles se habían encendido justo cuando la morena volteo. 

Todo parecía nostálgico. Como si se hubiesen proyectado años atrás en medio de alguna de sus citas dentro de las cafeterías en las que la doctora solía llevarla. Y es que, eran las noches, en medio de las guardias o sus descansos, dónde parecían encontrar la oportunidad de seguir conociéndose, de disfrutar de una plática tranquila —entre comillas porque Jennie nunca perdía la oportunidad de mejorar el ambiente—. Así había sido desde la primera vez que la conoció.

Ahora, no eran uno de esos días, ni mucho menos seguían siendo pareja. La morena disperso esos pensamientos porque simplemente ya eran cosa del pasado. Entendió que su encuentro se trataba de una simple casualidad. Y que las cosas entre ellas no podrían volver a ser. Hace años, la doctora lo había dejado claro.

—Entonces, presidenta de Industrias, Kim —cuestionó Sana captando su atención—Dígame ¿qué le hizo tomar dicho cargo?

—Jajaja. Bueno, realmente no fue decisión mía. Jisoo me creyó capaz para el puesto.

—Y no se equivocó. Sé muy bien que te esforzaste para poner en funcionamiento esta sucursal.

—Sí. No fue sencillo. Mis primos estaban indispuestos debido a la rehabilitación que cada uno llevó después de su operación.

—Entiendo. Y fue bueno que los apoyaras. Necesitaban estar alejados del estrés. Principalmente Mario. Las últimas consultas que atendí de él, fueron alentadoras. Su salud mejoró significativamente.

—Y todo gracias a la súper doctora que se encargó de llevar su caso después de todo el problema que hubo en el hospital —Recordó los sucesos: La alteración de las pruebas de compatibilidad para el trasplante de médula ósea que necesitó Mario en su momento dónde se vio involucrado personal corrupto.

—Sí. Me asignaron su caso luego del incidente. Sentí que era mi deber responder de la mejor manera posible después de lo que ellos les hicieron pasar.

—Y siempre estaré en deuda contigo por hacerlo, así —acarició con sutileza su mano. Sana la tomó envolviéndola con la suya e hizo el mismo acto con la yema de sus dedos.

—Has hecho suficiente —Su celular timbró. Observó la pantalla y después de responder el mensaje volvió a la conversación—. Lo siento. Eran mis amigas. Querían saber dónde estoy, ya que al parecer me les perdí desde el medio día.

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