Cuestionamiento

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—¿Entonces irás? —expresó Irene mientras ingresaban a la oficina de la Chef. Esa mañana su amiga (casi hermana) llegó de sorpresa para contarle la noticia sobre el nacimiento del bebé de Rosé. Algo que, por supuesto, Lisa ya tenía conocimiento gracias a los comentarios de Jennie la noche anterior.

—Me gustaría, pero estoy con lo de la escuela y...

—No. Debes ir —Cerró la puerta para tener algo de privacidad—. Dijiste que ya quedó atrás el tema de tu enamoramiento por ella—. La chef asintió—. Ya es tiempo de que vuelvas a tu país y visites a la gente que dejamos allá. Y eso incluye a tu papá.

Se puso intranquila con lo último. Si bien, era un tema que seguía causándole incomodidad, motivo por el cual prefería evitar hablarlo.

—Irene, no creo que debamos comentar. Ya sabes qué pienso de él y su...

—Lis. ¿Cuándo vas a entenderlo? Tu papá está intentando...

—No. Basta —pidió con respeto no interfiera en temas que no eran de su completa índole. Para desviar la conversación y asimilando mejor la propuesta de viajar. Decidió hacer caso omiso a la petición de acompañar a sus amistades para visitar al nuevo integrante de la familia Kim—. Está bien. Haré todo lo posible para ir este fin de semana.

Irene asintió. No estaba tan convencida de que lo fuera a hacer, pero luego de prometerle que asistirá no hubo vuelta atrás.

—Y... ¿Cómo has estado? Ayer no respondiste mis llamadas por la noche. No me digas que ¿dormiste temprano? 

—No, para nada. Salí tarde de aquí y luego fui a cenar con Jen... —rectificó—, es decir, salí a cenar.

—Claro, y yo nací ayer —se interesó—. Escuché perfectamente lo último. Saliste con Jennie ¿No?

—No. Bueno sí. Pero solo fuimos a un restaurante al que ella quería conocer. Solo fue una salida de... amigas. Nada fuera de lo común.

—Y porque te pones nerviosa.

—¿Eh? No. Solo somos amigas.

—¿Amigas? —la observó dudosa. Queriendo molestarla, aunque tenía ciertas dudas con ese par y quería verificar si sus sospechas eran ciertas.

—Amigas —confirmó Lisa.

—Pues... —jugueteó con un bolígrafo que tenía enfrente—. Aquí entre nos. Yo no creo que Jennie te vea cómo solo una amiga. Más bien... busca algo más en ti. ¿Qué tal robar tu corazón?

—Eh... no, no —se puso nerviosa. Era algo que ya sabía, pero que seguía negándose a aceptar por ¿Miedo?—. Ella es una mujer increíble que...

—¿Ya se besaron? —reclinó su espalda en el asiento.

—¿¡Qué!? ¿Irene, por qué me preguntas eso? —su sobresalto fue tanto que a su amiga no le quedaron dudas de la respuesta.

—Uhm. Entiendo. Lis. Yo no le veo mal que intentes algo con ella. La conozco y la conoces. Es una buena persona. Y por lo visto, ama tu comida. Aunque, no sabía que eras su chef personal.

—¿Qué? Claro que no soy tal cosa.

—Entonces explica ¿por qué ella siempre postea en sus redes fotos de los platillos que casi a diario "alguien" prepara en casa? Y lo sé, porque no es precisamente un restaurante o la escuela el que sale de fondo.

La chef enmudeció.

—Está bien. Está bien. Sí. Admito que comemos de vez en cuando juntas, pero es parte de la convivencia como amigas y vecinas porque si no lo recuerdas, ella vive en el departamento de abajo.

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