Reencuentros y palabras

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—¿Y cómo está tu padre? —fue la pregunta que soltó Seung-ho el papá de Jennie a su invitada, después de bajar e integrarse al comedor con toda la familia esperándolo.

—Bien. Trabajando como siempre en el restaurante.

—¡Qué gusto! Él sí que tiene el toque para la cocina. Hace un mes que visitamos el restaurante para celebrar nuestro aniversario. Fue grato saludarlo y quedamos maravillados con el buen trato que recibimos.

—Sí, es muy hospitalario —sonrió orgullosa. En tanto que hablar de su papá no era la primera idea para iniciar la conversación, pero no debía ser descortés, no con toda la familia de Jennie presente observándola.

—Lisa es tan buena como el señor Marco. Si vieras como me tiene consentida en casa —dijo sin pena la morena que no hizo otra cosa que alertar a la chef por tan íntima revelación. No quería imaginar lo que sus padres pudieran pensar de eso.

—¿De verdad? —expresó la señora Kim—. Pues te agradezco hija las atenciones con mi Jen. Sé que no es fácil manejar a esta niña con lo extrovertida que puede llegar a ser.

—Descuide. Ya me acostumbré.

—Pero me da gusto que se lleven bien. Siempre es difícil vivir sola en un país alejado de la familia y que estés ahí, apoyándola, significa mucho para nosotros. ¡Verdad, cariño! —volvió la vista a su marido.

—Absolutamente. Sigue cuidando tan bien a mi hija como hasta ahora.

—Eh... gracias. Si lo haré —se limitó a decir.

Por alguna extraña razón aquello sonó como algo que un hombre diría al novio de su hija.

***

—¡Quiero ir contigo! —se colgó del cuello de su hermana para que no lo apartaran de ella. En todo el tiempo que Jennie estuvo en casa, Minho no paró de permanecer a su lado, contándole cuanta cosa le ocurría en la escuela, sus programas favoritos y las cosas que quería que le enseñara a jugar—. Por favor.

—Será una visita rápida. Solo iré a saludar a nuestra prima y después tú y yo. Saldremos de paseo a dónde tú quieras.

—¿Segura?

—Te doy mi palabra de que así será.

—Pero quiero que venga ella —señaló a la chef que parecía encantada con la escena de los hermanitos—. Nos puede cuidar las mochilas mientras subimos en los Go karts.

—Por supuesto. Eso no está en discusión —apoyó Jennie y observó a la chef arqueando la ceja—. Y luego le diré que nos lleve a su taller de cocina para que nos haga unos postres —susurró, aunque pudo oírlo la otra.

—¿¡Mi pastel de dinosaurio!?

—No. Le tomará tiempo para eso. Pero sin duda lo hará un día de estos. Mientras, la obligaremos a que nos haga algún postre rico.

—¡¡¡Sí!!!

—Te estoy escuchando Jennie.

Los padres de la morena soltaron a reír ante lo dicho por las mujeres y el niño. Le pidieron a Minho se despidiera de su hermana y Lisa para que al fin pudieran ir a casa de Jisoo, aceptó después de acordar que saldrían los tres por la tarde. 

—Conduce con cuidado.

—Lo haré mamá.

Felizmente, se incorporó a la carrera. Al fin, después de una grata mañana en compañía de sus padres, hermanito y Lisa no podía, sino sentirse tan dichosa porque todo saliera a pedir de boca.

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