Decisión

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Algunos días transcurrieron desde que Lisa regresó sola a Tailandia. Recordando un poco de aquel viaje, todo había salido bastante bien: volver a reunirse con sus amistades y que ellas la recibieran con los brazos abiertos, se sintió reconfortante en muchos sentidos, sobre todo al darse cuenta de que los sentimientos que tuvo alguna vez por Rosé ya habían quedado atrás. Sí, la seguía llevando como un bonito recuerdo al tratarse de su primer sueño de amor, y tomando su ejemplo, esperaba algún día poder conseguir la felicidad con alguien que la quisiera, tanto como lo hacían la rubia y su esposa.

Sorpresivamente, quien se le vino a la mente fue a una morena en particular.

Le hubiera encantado tanto regresar con ella ese día, tal como lo habían acordado —hasta antes de ir a ver a su padre—, pero tan pronto abordó el avión, se percató que Jennie no aparecía por ningún lado. Esperó pacientemente a que llegara en lo que quedaba de tiempo hasta que sus esperanzas se esfumaron cuando anunciaron que el avión estaba a punto de partir.

Fue entonces que tras meditar a detenimiento lo ocurrido se dio cuenta del terrible error que cometió al expresarse de tal forma.

Reconoció que ella no fue culpable de nada en primer lugar. No era justificación, pero en cuanto a asuntos familiares se refería, Lisa evitaba a toda costa que terceros se involucraran y dada la intervención de Jennie para el tema de su padre, no supo manejarlo adecuadamente.

Por otra parte, se sorprendió que la morena —siendo como es— tomará sus palabras muy en serio. Cuando le pidió que la dejara un tiempo sola, solo se refería a ese momento y no a que desapareciera por días.

...

Para el viernes, las posibilidades de poder verla se avivaron después de que el mismo encargado del edificio le dijera por la mañana que su amiga había llegado la noche anterior, pero que tendría que esperar para hablarle porque tuvo que salir muy temprano al trabajo.

Tras de lo escuchado, no sé preocupó mucho debido a que contemplando la clase de cocina de la tarde, lo más seguro es que ahí la vería.

Una vez llegado el momento, Lisa tomó un breve tiempo para salir al estacionamiento a esperar. El lugar no estaba del todo vacío, algunos de sus estudiantes del curso llegaban con anticipación, mientras que otros salían al finalizar sus actividades. Clara (una de sus estudiantes) al verla desocupada se acercó a despedirse y hacerle compañía en lo que llegaba su transporte. La joven se encargó de ocupar el espacio para consultarle algunas dudas de la clase, por lo que la chef no pudo negarse a responder. A momentos se apartaba de la vista de la joven para observar a su alrededor si es que veía a su amiga aparcar, pero nada.

Luego de despedirse de su estudiante y faltando pocos minutos para qué iniciará la clase, Lisa tuvo que regresar adentro, puesto que aún debía ir por algunos materiales a su oficina, así que no podía esperar más.

Al llegar al aula, lo primero que hizo fue observar al centro, justo en el espacio que Jennie acostumbra a usar. Suspiró desanimada al darse cuenta de que, de nueva cuenta, estaba vacío.

La clase dio comienzo, explico brevemente el tema hasta que leves golpecitos en la puerta hicieron detener de seguir explicando.

—¿Puedo pasar? —Una voz conocida hizo eco tras abrir la puerta.

Con mucho esfuerzo, Lisa retuvo una sonrisa y aunque le hubiera gustado verla a solas, debía aguardar al menos a qué terminara la clase para poder hablarle.

—Claro. Llegas tarde —completo en un tono de seriedad, aunque solo fue para aparentar.

—Siento la demora, Chef —sonrió apenada.

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