Proximidad

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—Sé que esto puede sonar irónico por el simple hecho que fui yo quien tomó la decisión de terminar lo nuestro. Pero la cosa es... que no ha sido lo mismo sin ti —Antes de que Jennie dijera algo, la doctora expresó que debía terminar de hablar—. Quiero tener una oportunidad más contigo. Fuimos felices y estoy segura de que podría seguir siendo así. ¿Qué dices?

Observó el semblante de la morena, quien no parecía poder salir de la impresión. Entendió lo difícil que estaba siendo asimilarlo y asumiendo que no habría más que decir, decidió darle un poco de tiempo para pensarlo.

—Volveré a buscarte —concluyó la despedida con un beso en la mejilla.

La morena seguía cerca de la puerta, pensativa. Intentando ordenar sus pensamientos. Los últimos días los sintió decisivos en muchos aspectos, cuando tuvo claro lo que haría de ahora en adelante aparece la doctora con semejante confesión. Las cosas parecían volverse más complejas de lo que le encantaría que fueran y más cuando el timbre sonó minutos después de haber despedido a Sana. Al observar por la mirilla se llevó otra sorpresa: quien se encontraba del otro lado de la puerta no era otra persona que había prometido olvidar.

Dejó que el timbre siguiera sonando. Hasta que el sonido cesó. Tantas cosas en la cabeza la tenían abrumada. Se recargó al costado de la puerta, siendo el momento justo en que una llamada entraba a su celular.

—Uhm. Hola —expresó tímida. Tenían la intención de no responder también, pero supuso que seguiría insistiendo.

Nadie respondió del otro lado de la línea. Estaba segura de que se había arrepentido.

—Espera. No cuelgues —espetó de golpe. El silencio volvió a hacer acto de presencia, aunque por menor tiempo—. Necesito decirte algo.

—Que... que sucede. —tomó asiento en el suelo, aun permaneciendo cerca de la puerta. Se sentía tentada a abrir para verla, pero sabía que si lo hacía su fuerza de voluntad se vería afectada.

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? —expresó nostálgica. Lisa soltó su bolso para sentarse en el suelo al lado de la puerta—. Te encontrabas organizando el aniversario de bodas de tu prima cuando nos presentaron —La morena asintió, intrigada por tan repentinos recuerdos—. Lo primero que pensé antes de conocerte fue que tú tendrías una personalidad similar a la de Jisoo.

—Gruñona y mandona —dijo al instante.

—Sí. Algo así —La chef sonrió. Tenía el presentimiento de que algo así diría—. Me quedé con esa perspectiva de ella que pensé que tú serías igual.

—Pues no fue así.

—No, no lo fue. Y fue la primera vez que te pedí perdón. Me quedaste viendo confundida, pero aceptaste las disculpas. Te dije que algún día te lo explicaría.

—Entonces, ¿fue porque me juzgaste antes de conocerme que te disculpaste?

—Sí. No fue apropiado. Y aunque hubiera sido sencillo no decirte esto, no me sentía a gusto ocultártelo. Ese día, me cerraste la boca en más de una ocasión. Tus ánimos, la manera de ver la vida, me arrancaste más sonrisas de las que nadie lo había hecho en un largo rato. Y me gustó.

Se tomó unos segundos antes de continuar. Divisó el pasillo, todo estaba en silencio, las luces del corredor se habían encendido dejando la atmósfera en completo sosiego. Abrazó sus piernas recargando el mentón sobre sus rodillas mientras continuaba narrando.

—Aprecie tu energía, la chispa que dejabas a tu paso. Y... sabes un secreto, me encanta eso de ti.

El rubor inundó las mejillas de Jennie, por fortuna nadie podía ver lo roja que se había puesto. Mientras tanto, Lisa sonreía cuál enamorada ante todas las cosas que de pronto nacían decirle.

Segundas oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora