Lucha

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Lisa levantó una de las pequeñas cajas del pasillo dándose cuenta de que en efecto se trataban de las pertenencias de la morena.

Aferrada a una de ellas, entró para cerciorarse teniendo la esperanza de que se tratara de una simple limpieza o remodelación y que en su interior aún siguiera todo, pero...

No había duda de que el departamento estaba vacío.

De pies a cabeza las habitaciones parecían simples espacios y no alegres como recordaba. La sala donde muchas veces se sentó a escuchar las emocionantes anécdotas de una elocuente Jennie, hoy se veían sin nada más que un vacío lugar.

...

Ante la incertidumbre de la situación y después de pedir información con los dueños del edificio dándole a entender que tampoco sabían el porqué de su salida, incrementaron sus dudas y confusiones cuando se dio cuenta de que Jennie de verdad se fue.

No estaba segura de que creer al respecto. Sonaba ilógico que se fuera sin dar ningún tipo de explicación, sí, días anteriores las cosas entre ambas parecían haber mejorado.

—¿A dónde se dirige, señorita? —preguntó el taxista a la chef cuyo semblante parecía triste.

—Lléveme al restaurante "Manobal" —Expresó sin más. Desvió la vista a su móvil simulando estar concentrada solo para que el hombre no se le ocurriera iniciar una conversación. No solía ser grosera con la gente, pero no podía simplemente fingir que nada ocurrió.

Tampoco parecía ser buena idea ir al trabajo, pero ya estaba en ello.

Desde que puso un pie en el restaurante, su asistente comenzó a seguirle el paso informando todas las actividades a cubrir antes de que se fuera a supervisar la administración de la escuela.

—Espera —se detuvo de golpe—. Dame un momento. Necesito... hacer un par de cosas antes —su asistente pensó que quizá se sentía agotada debido a que ni siquiera se tomó unos días de descanso tal como lo sugirió el doctor y si era así, debía hacer que el esfuerzo de la chef fuera menor.

—Sí, lo entiendo y me disculpo.

—Descuida. No demoraré.

Ya en la privacidad de su oficina. Buscó un lugar para sentarse, sus manos tomaron de inmediato la pequeña cajita plateada que conservaba. Aquella que Jennie (en su afán por verse misteriosa) le regaló como algo sorpresivo. Ni siquiera sabía su contenido y esperaba que un día de estos pudiera decirle lo que era.

Decidida, volvió a insistir al número de la morena, obteniendo la misma respuesta. Luego llamó a Irene para preguntar si había averiguado algo y le tomó por sorpresa la información que obtuvo.

—Sé que dijiste que no lo hiciera, pero llamé a la doctora.

—¿Qué? Te dije que no quiero que...

—Ella sabe dónde está.

—¿Cómo... cómo sabe?

—...

—¿Qué fue lo que te dijo?

—No lo tomes mal, solo que...

—¡Irene, sin rodeos que te dijo!

—Dijo que estaba en el aeropuerto con ella.

—¿Qué? ¿Se va? Es decir, ¿También se va Jennie?

—No lo sé. Dijo que estaban juntas. Tengo entendido que Sana solo vino por unos días, pero... esto que te diré me lo dijo hace unos días, por favor no te molestes.

—Solo dilo, Irene.

—Me dijo que después del reencuentro estaba decidida a pedirle una segunda oportunidad y que de obtener su aprobación ambas volverían a su país de origen.

Segundas oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora