Posibilidad

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A pesar de que la visita al país solo se trataba de un par de días, el gasto de energía qué Lisa experimentó fue suficiente para mantenerla agotada, por lo que restaba de la semana.

La tarde anterior no pudo mantenerse más activa de lo que sus empleados en la cocina la tenían. Aquel par de hermanitos eran la viva imagen de un huracán. Seguirles el paso fue el mayor desafío que enfrentó hasta el momento.

No podía estar más de acuerdo en qué Minho tenía una personalidad tan similar a la de su "responsable" hermana mayor. Sobre todo porque los dos parecían estar conectados mentalmente y lograban persuadir a una nerviosa Lisa, qué no hacía más que pensar en las consecuencias de sus aventuras.

La chef disfrutaba del ejercicio, pero no entendía cómo es que se sentía destruida luego de pasar la tarde anterior yendo y viniendo entre juegos, tiendas y carritos de velocidad media como forma de entretenimiento.

Pese a eso, aún no se podía dar el lujo de descansar, así que más valía recuperarse y pensar que pronto estaría de regreso en España.

—No creo resistir otra salida de esas —masculló, cansada pero de cierta manera feliz. Ella, que toda su vida, se vio envuelta por la soledad al no tener la posibilidad de compartir con algún familiar de su edad cuando era niña. Siendo hija única, los únicos momentos en los que gozaba era cuando convivió con su amiga de la infancia, Irene. Y también estaba su padre, que siempre trató de darle todo el cariño que pudiera necesitar a falta de su madre. Por eso, el que esos hermanitos la incluyeran en su círculo familiar la hizo sentir bien.

...

Después del desayuno, a Jennie se le ocurrió la grandiosa idea de salir a visitar los alrededores para comprar algunas cosas.

Lisa no le tomó importancia al asunto y la siguió hasta la plaza donde quería ir. Su amiga no perdió ni un instante en adentrarse de tienda en tienda comprando cuánta cosa veía y dado el desenvolvimiento de la otra, la chef también aprovechó en darse algunos gustos, quizá solo para matar el rato.

—Esto te quedaría perfecto —sonrió maliciosa al mostrarle un vestido entallado que entre pensamientos la veía usándolo en alguna salida nocturna para... bailar.

—No me gusta, está muy escotado.

—Buu... Le quitas la diversión a la vida.

—No seas aprovechada —golpeó levemente su hombro.

Horas más tarde, retomaron el camino de vuelta con los padres de Jennie, al menos eso creyó Lisa cuándo abruptamente la otra se estacionó en uno de los parques de la ciudad.

—¿Qué pasa? ¿Por qué nos detenemos?

Jennie no le respondió con palabras, le hizo señas para que descendiera también del auto y la siguiera hasta una de las áreas del lugar.

Ubicó un tranquilo espacio rodeado de un par de árboles y sin más, la morena se dejó caer extendiendo las manos tanto como pudo para disfrutar un momento de tranquilidad.

—¿Qué haces, loquita? —sonrió confundida, acercándose cautelosa hasta dónde estaba ella.

—Tenía ganas de venir aquí y tirarme al césped —respiró profundamente hasta sentir como sus fosas nasales se llenaban de aire limpio y cálido—. Ven aquí —señaló con palmaditas su costado para que hiciera lo mismo—. Deberías de hacerlo también.

Dudosa, se acercó hasta ceder. Cuando lo consiguió disfrutó del hormigueo que invadió cada espacio de su cuerpo, sus suspiros fueron entrecortados al principio, pero después lo sintió tan liberador, qué se dio el permiso de cerrar los ojos para mantener esa sensación de paz qué hacía rato no disfrutaba.

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